sábado, 12 de noviembre de 2011

Despertaron al monstruo y ahora Cristina

debe volver a dormirlo

11-11-11 00:00 Publicado en Cronista.com


FERNANDO GONZALEZ Director Periodístico fgonzalez@cronista.comtwitter @fgonzalezecc


Las dos mujeres estaban en la cola de la sucursal de un banco de capital extranjero en el barrio porteño de Belgrano. La AFIP les había rechazado la posibilidad de comprar un par de miles de dólares. Y no tenían consuelo. No sé para que la voté..., dijo una de ellas sacudiendo la cabeza. No se necesita ser analista político para saber que la mujer se refería a Cristina Kirchner, presidenta reelecta el 23 de octubre con más del 54% de los votos. Lo cierto es que la anécdota, sin valor estadístico alguno, refleja el desconcierto que ha ido ganando a una buena cantidad de argentinos desde que se pusieron en marcha las restricciones para poder comprar dólares. Incluso el de aquellos que votaron al kirchnerismo. La medida, lanzada por el Gobierno bajo el disfraz de otra batalla cultural, genera más miedo ciudadano que adhesión ideológica y está disparando los peores fantasmas de una sociedad acostumbrada a sobrerreaccionar cada vez que le tocan el bolsillo.

  La memoria verde. La histeria se puede palpar con sólo meterse en cualquier sucursal de banco. Los ahorristas están alertas y dispuestos a creer cualquier rumor que hable de corralitos o cerrojos cambiarios. Desde el suicidio verbal de Lorenzo Sigaut (el que apuesta al dólar pierde) al Plan Primavera de Raúl Alfonsín. Desde el Plan Bonex de Erman Gonzalez al segundo suicidio verbal histórico, el de Eduardo Duhalde (el que puso dólares, tendrá dólares). En cada crisis, los favorecidos siempre fueron los que lograron atesorar billetes de la divisa estadounidense y ese dato es el que más valoran en su memoria. En las colas bancarias hay antikirchneristas rabiosos y muchos otros que votaron a Cristina porque la creyeron económicamente más confiable que cualquiera de sus adversarios opositores. Ese es el aspecto que algunos funcionarios del Gobierno todavía no terminan de comprender.

  La prensa que joroba. Las diferencias internas apenas asoman en este kirchnerismo que se esfuerza para no mostrar fisuras. Mercedes Marcó del Pont, la presidenta del Banco Central, y Ricardo Echegaray, el jefe de la AFIP, son los encargados de la iniciativa oficial para enfriar la demanda de dólares. Cargan con la responsabilidad del operativo y serán los que pagarán los mayores costos si la movida termina mal. Como corresponde, Amado Boudou los defiende en público y los critica en privado. Y el mandato de la biblia kirchnerista, ya se sabe, es endilgarle la culpa de la inquietud ciudadana a los medios de comunicación. ¿Quién otro podía ser culpable sino el periodismo demonizado de estos tiempos? Nosotros vemos que algunos sectores de la prensa siempre buscan jorobar al Gobierno y crear preocupaciones para el conjunto de los argentinos, recitó ayer en un acto el ahora vicepresidente electo.
Mientras tanto, los datos aceleran el despertar de ese monstruo dormido llamado dólar. Ese que se despereza cada diez años y nos empuja por el túnel de la ansiedad argentina. Se van 2.000 millones en billetes verdes de las cajas de ahorro. Los intereses de los créditos hipotecarios suben cuatro puntos. Los ahorristas no quieren renovar los plazos fijos y piden tantos dólares que agotan las reservas de los banqueros. En voz baja se susurran palabras como corralito o pesificación. Letanías que parecían olvidadas. Con su poder político renovado, es Cristina la que debe encontrar el camino que le devuelva el temple perdido a la población. Alguna medida racionalista. Alguna designación tranquilizadora para el nuevo gabinete. La Presidenta tiene en sus manos el bálsamo que pueda cerrar esta otra vieja herida del país adolescente.

Fuente:www.Cronista.com

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