martes, 22 de noviembre de 2011

"Locos" por el dólar: analistas dicen qué precio calma la "histeria" y aleja la idea de que está barato

Hace tiempo la sociedad percibió que la divisa resultaba más accesible y aumentó su nivel de compras. El Gobierno salió a parar la "furia verde" vía controles. Expertos revelan cuál es la cotización que calmaría la ansiedad y destacan que será menos traumático el proceso si se avanza más rápido

Por Fernando Gutierrez

iProfesional.com 

Rige un extraño clima de tranquilidad, con la sensación de alivio en el Gobierno de que finalmente logró su objetivo de sacar de aquellos temas que marcan agenda económica aquél referido a la fuga de capitales.

"La corrida cambiaria se acabó", afirmó de manera tajante el economista Miguel Bein, en una frase altamente festejada por los medios oficialistas.

Pero claro, se trata de una calma bastante particular, lograda sobre la base de la "mano dura" y el híper intervencionismo de la economía, algo que los analistas consideran que difícilmente tenga sustento en el largo plazo.

"Dado que el Gobierno ha adoptado un sistema netamente defensivo para evitar la salida de capitales y la consiguiente pérdida de reservas, el interrogante es en qué medida estas barreras serán efectivas a lo largo del tiempo", plantea Jorge Todesca, ex viceministro y titular de la consultora Finsoport.

Los analistas críticos a las medidas implementadas en el mercado cambiario están convencidos de que si no fuera por las restricciones a la compra de dólares -y por el "látigo" de Guillermo Moreno sobre casas de cambio e importadores- la demanda por el billete verde seguiría gozando de excelente salud.

Y coinciden en destacar que los controles pueden tapar el síntoma del problema pero no resuelven las causas de fondo. Una de ellas es el atraso cambiario.

Algo que sí no resulta tan fácil de determinar es la magnitud de ese atraso.

En este contexto cabe la pregunta: ¿atraso frente a qué?
Y acá vale una aclaración. No tanto en la relación del peso argentino frente a otras monedas, en particular el real.
Más bien, al terreno que el billete verde perdió -a lo largo de los últimos anos- frente a los aumentos salariales (de hasta 35%) y frente a la inflación, que hizo que el país se fuera encareciendo en dólares, a razón de un 15% anual, una de las tasas más altas del mundo.
Las consecuencias se ven ahora:
  • Los productos importados se abarataron frente a los nacionales y el Gobierno trata de impedir su ingreso, como sea.
  • Los empresarios perdieron competitividad, ya que estas subas no fueron acompañadas por un incremento acorde en la productividad.
  • Los argentinos se volcaron a la compra masiva de dólares, al ver que para sus bolsillos ahora resulta mucho más accesible.
  • El Ejecutivo, frente a esto, tuvo que implementar los polémicos controles, un accionar que es resistido y criticado por buena parte de la población.

Sobre este último punto Sergio Berensztein, director de la consultora Poliarquía, destaca los resultados de un reciente sondeo efectuado por la consultora, que arroja que la mitad de los argentinos está en contra de las medidas implementadas:

¿Cuál es el dólar de equilibrio?
El criterio con el cual se determina el "dólar de equilibrio" forma parte de una vieja polémica.

Para algunos analistas, sería el valor que equilibra la cuenta corriente (esto es, la diferencia entre la cantidad de divisas que entran y las que salen del país).
De acuerdo con ese criterio, existe atraso cambiario, porque hoy esa cuenta es negativa, en el orden del 0,6% del PBI.

De todas formas, no se trataría de un atraso muy grave, si se lo compara con otros momentos históricos de "dólar barato" (en la convertibilidad llegó a ser del 4%).
Para otros, el dólar de equilibrio sería aquel compatible con el pleno empleo, algo que en la Argentina está cerca de conseguirse.

También hay una visión por la cual el valor ideal es aquel que le permite a la industria local funcionar sin necesidad de protección aduanera.
Según esta concepción, no hay dudas de que existe atraso, lo cual queda evidenciado en las insinuaciones de la Unión Industrial Argentina por la conveniencia de "desdoblar" el tipo de cambio.

Y, desde ya, muchos siguen al célebre índice Big Mac, elaborado por la revista británica The Economist, que actualmente marca una sobrevaluación del peso.
Para su unidad de investigación la paridad debería ser de $4,92 por dólar, lo que implicaría una devaluación del 14% respecto a su precio actual.

Lo cierto es que para los analistas más influyentes, si bien es verdad que existe un atraso cambiario, tampoco puede hablarse de la necesidad de un fuerte ajuste.

Para la consultora Economía y Regiones "el tipo de cambio real actual está próximo al equilibrio".

Su titular, Rogelio Frigerio, sostiene que una devaluación no solucionará de por sí los problemas de competitividad si primero no se resuelve la inflación.
Y arriesga que, sea cual fuere el ritmo de suba de la divisa -lento o acelerado- lo que se pueda ganar en competitividad se esfumará en un año, si el Gobierno sigue con su indisciplina fiscal.

El olfato de los argentinos
Pero el debate de los economistas pasa a un segundo plano en un momento como el actual, donde la demanda desbocada de dólares responde más a factores psicológicos que a macroeconómicos.

La historia económica nacional, con su saga de confiscaciones, planes de ajuste, hiperinflaciones y megadevaluaciones, ha transformado a todos los argentinos en economistas intuitivos.

Y, por consiguiente, tienen en su ADN los reflejos suficientes para reaccionar ante cualquier cambio súbito de contexto, independientemente de lo que puedan decir analistas, empresarios y hasta el propio Gobierno.
Desde hace ya un buen rato su olfato les viene dictaminando que no es sostenible en el tiempo un país con un dólar anclado y una suba de precios superior al 20% anual.
Por eso se apuraron a comprar, elevando así la salida de divisas a la friolera de u$s3.500 millones en octubre, el registro más alto desde el inicio del "reinado K".
Luego llegó el "cepo al dólar", que no hizo más que contribuir a crear la sensación de que si el Ejecutivo había decidido avanzar en estos controles era porque algo "malo" podía pasar.
Como dice Javier González Fraga, ex presidente del Banco Central, ahora se generó un aliciente para que incluso quienes no tenían originalmente previsto comprar lo hagan, si es que tienen la oportunidad.

"Hoy los ahorristas, si pueden compran porque la AFIP los deja, aunque no lo necesiten", afirma.

Y los expertos señalan que esta conducta seguirá así mientras lo sigan viendo barato.
En este contexto, surge la inevitable pregunta acerca de cuál debería ser entonces el valor del billete verde que "calme la histeria" de modo natural, y no vía controles, y aleje de la mente de los argentinos tal sensación.
Para el consultor financiero Federico Muñoz esa cifra estaría en torno de los $4,70 que es, aproximadamente, el valor que hoy tiene el "dólar blue". Y son varios los analistas consultados que coinciden con este guarismo.
¿Por qué? Porque sencillamente razonan que esa diferencia de $0,40 que lo aleja del oficial -que ronda los $4,29- es el sobreprecio que están dispuestos a pagar los particulares por hacerse de divisas, más allá de su situación patrimonial.

En otras palabras, si no existiesen los controles que incentivan el apetito verde, llegarían "hasta ahí y no más" porque, por encima de ese umbral, ya lo considerarían caro.

Muñoz advierte que "el precio de equilibrio dependerá, finalmente, de cómo sea el resto de la política, porque lo que genera la percepción de atraso cambiario es que llevamos ocho años de inflación en dólares de dos dígitos".
Por su parte, Ramiro Castiñeira, analista de Econométrica, considera que la cotización a tomar como referencia es el del dólar "contado con liqui", que es el que resulta de la operación de comprar bonos en la plaza local que también cotizan en el exterior, venderlos en otra plaza, y quedarse con esos dólares depositados en una cuenta fuera del país.

En este momento, el "conta con liqui" se ubica en $4,76, un nivel bastante coincidente con el del "blue", lo que da una pista, también, sobre cuál es la cifra que calmaría la ansiedad que trae el billete verde a un precio menor, como es el que hoy exhibe el oficial.
También el economista Jorge Vasconcelos afirma que una cotización cercana a la del paralelo ayudaría a poner paños fríos al asunto. Pero aclara que eso sólo no será suficiente en el mediano plazo.

Según este analista, la política económica que se aplique en adelante no logrará borrar la percepción actual, a no ser que confluyan las tasas de inflación y devaluación.
Develado este interrogante sobre cuál debería ser el precio, surge la otra gran "gran incógnita" sobre cómo debería ser el tránsito hacia ese destino, si más lento a más acelerado.
Y, por encima de este enigma, el por qué el Gobierno no ha ido convalidando esta suba, en vez de aplicarle un torniquete a la demanda.
Sobre este último punto, una pista de ello la da lo sucedido en agosto, tal como ya diera cuenta iProfesional.com.
En ese mes, optó por acelerar el ritmo de suba ajustándola cinco centavos. Pero los funcionarios observaron que tal decisión terminó disparando la fuga y, entonces, decidieron invertir el orden causal de su accionar.
En vez de encarecer el dólar, para así reducir la salida de capitales, decidieron que lo primero que había que hacer era morigerar la venta, vía restricciones, como paso previo a poder devaluar con mayor margen de acción.

El largo peregrinaje a un dólar más caro
La cuestión es que el proceso devaluatorio del peso ya empezó.
Tal vez no en la medida en que muchos analistas recomiendan, pero sí en un tránsito más gradualista.
Algo que sí resulta innegable es la intención del Ejecutivo de reducir la brecha entre suba de dólar e inflación.
Desde el inicio de las restricciones, la paridad se deslizó tres centavos, después de haber estado planchada durante dos meses.

Y todos los expertos aplauden este rumbo, al que consideran no sólo bueno sino inevitable.

"Hay que terminar con esta idea tabú de que no se puede corregir el tipo de cambio", señala el ex ministro de Economía, Ricardo López Murphy, quien además advierte que "cuanto más se demore esta decisión, mayores serán los costos".

Los expertos recomiendan acelerar el ritmo alcista del dólar como "la" forma de achicar la brecha entre el oficial y el paralelo que, por ahora, está "taponado" artificialmente. Entre ellos, figura el controvertido y polémico ex ministro Domingo Cavallo, creador del "uno a uno".

Además, reducir este gap evita el riesgo de que se imponga la cotización del marginal como referencia para los argentinos, a la hora de decidir la compraventa de un bien.

Es extraño cómo en este punto están coincidiendo los analistas de diferentes posturas ideológicas.

Así, Eduardo Curia, acérrimo defensor del "tipo de cambio competitivo" y que regularmente es consultado por funcionarios del Gobierno, es partidario de "no irse con chiquitas".

La visión que le ha transmitido en los últimos días a sus interlocutores del oficialismo es que es preferible hacer una devaluación fuerte de una única vez, en lugar de un deslizamiento gradual, como forma de que la economía reciba un shock de competitividad.

"Este es el momento de hacerlo. Los controles son fastidiosos y desagradables, pero al menos permiten descomprimir un poco el aspecto más bullente de la situación", afirma Curia.

No es el único que opina así. De hecho, muchas voces apuntan a que, en el actual contexto, un deslizamiento "de a centavos" sólo contribuye a exasperar los ánimos del público, que retroalimenta así su apetito por dolarizar los ahorros.

No obstante, la posibilidad de un salto cambiario ha sido descartada y el Gobierno ha preferido la filosofía del "paso a paso".

¿Significará esto que el gradualismo dominará la escena cambiaria en los próximos meses?

La opinión generalizada de los economistas es que, una vez que haya asumido el nuevo equipo económico, los tiempos se podrán acelerar.

Por lo pronto, los inversores están esperando:
  • Una suba del dólar del 14% para los próximos 12 meses (de $4,29 a $4,90), tal como queda reflejado en el mercado de futuros.
  • Un ritmo inflacionario del orden del 20%, a partir de una moderación en la puja de precios y salarios que buscará imponer el Ejecutivo entre empresarios y sindicalistas.
Así las cosas, el Gobierno buscará que la brecha entre ambas variables sea, al menos, más cercana a la inflación internacional.
Algo que resulta ser bastante más lógico que el gap del 15% anual registrado en los últimos anos, que encareció al país en dólares y dejó al oficialismo en una situación más endeble para afrontar su nuevo mandato.

Y, además, para avanzar en una profundización del modelo, en la que ya quedó evidenciado a las claras que no será la fiesta que muchos argentinos, a priori, imaginaban.

Fuente:www.iProfesional.com

 

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