sábado, 31 de marzo de 2012

Tres años sin Raúl Alfonsín
Para Alfonsín, la democracia implicaba valores, búsqueda de consensos, respeto, equilibrio de poderes. Fue un político con todas las letras.
Dante Rossi.*

 LaVoz 

El 31 de marzo de 2009, a las 20.30, Raúl Alfonsín dejaba de existir en su departamento de la avenida Santa Fe, en la ciudad autónoma de Buenos Aires.
El reconocimiento de la gente fue conmovedor. Miles de personas fueron al Congreso de la Nación y acompañaron el cortejo fúnebre hasta el cementerio de la Recoleta, para expresar su último adiós al líder fallecido.
Le tocó a Alfonsín gobernar en un tiempo de turbulencias institucionales. Había ganado la elección el 30 de octubre de 1983 y, al asumir, puso en marcha el programa de gobierno, que implicaba fundamentalmente garantizar la democracia para todos los tiempos.

La historia le tiene reservado un lugar entre los grandes. Pero Raúl Alfonsín no sólo fue el presidente de la construcción y consolidación del sistema democrático.

Nadie hizo tanto por los derechos humanos como su Gobierno. Sentó en el banquillo de los acusados a los responsables del genocidio en la Argentina, en una medida incomparable con lo hecho por otros gobiernos latinoamericanos que volvían a la institucionalidad.

Alfonsín fue el presidente de los derechos humanos, de la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), de la paz con Chile, del Mercosur, de la patria potestad compartida, del divorcio vincular, de la democratización de la universidad. Fue un verdadero estadista.

Para Alfonsín, la democracia implicaba valores, búsqueda de consensos, respeto, diálogo, equilibrio de poderes. Fue un político con todas las letras. Defendía con pasión sus ideas y jamás quiso acomodar el cuerpo a las distintas olas de pensamiento en las que la opinión pública se montaba en forma circunstancial. Creía en el sistema de partidos políticos, en las ideologías.

Cuando se fue del gobierno, siguió militando en la Unión Cívica Radical. Recorrió de manera incansable el país para anticipar que el sistema conservador que se estaba gestando en la Argentina sólo llevaba al país a una nueva frustración.

Es recordado el serio accidente de tránsito que sufrió al ser despedido del vehículo que lo trasladaba a Ingeniero Jacobacci, en la provincia de Río Negro, para ser el orador central de un acto partidario.

Fuera del poder, fue el gran constructor de la reforma de la Constitución Nacional de 1994, que plasmó en su texto muchísimas ideas democráticas y de contenido social.

Con el agravamiento de su salud, no pudo levantarse de su lecho para saludar a la enorme cantidad de gente que, al finalizar un acto en el Luna Park, organizado por la Juventud Radical, se apostó frente a su domicilio para agradecerle y reconocer al constructor de la democracia, al cumplirse ese 30 de octubre de 2008 los 25 años de la definitiva recuperación de ese régimen de gobierno.

Ahora voy a referirme a su legado para las generaciones que vienen. Siempre insistió en que en algún momento de la historia de nuestra patria se dio prioridad al valor de la libertad por sobre la igualdad, y en otros ocurrió todo lo contrario. A veces, el objetivo fue trabajar para recuperar y defender las libertades públicas; en otros casos, la justicia social.

Alfonsín nos propone que, al haber recuperado para todos los tiempos la democracia, es hora de poner el acento en la igualdad, en los que más sufren, en los desposeídos. Los cerca de 29 años de ejercicio pleno de las libertades no pueden darse el lujo de ver pasar la pobreza y no hacer nada para combatirla.

Para sintetizarlo en una frase, más vigente que nunca, si hay democracia nos toca a nosotros trabajar para que “con la democracia se coma, con la democracia se cure y con la democracia se eduque”.

*Dirigente de la UCR, subsecretario de Tránsito de la Municipalidad de Córdoba
FUENTE:Publicado en www.lavoz.com.ar

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ARCHIVOS DE TEMAS DEL BLOG

Buscar articulos