martes, 17 de abril de 2012

El nacionalismo mal entendido camina al borde del precipicio

Cronista.com

Fernando Gonzalez Director Periodístico 

La historia reciente de la Argentina nos enseña que las decisiones nacionales impactantes son positivas cuando se toman con planificación y con responsabilidad. Néstor Kirchner decidió pagar la deuda con el FMI en 2005 después de darle vueltas a la idea un par de años. También obtuvo buenos resultados el canje de la deuda que nuestro país mantenía con los tenedores de bonos en default, medida que lideró el entonces ministro kirchnerista, Roberto Lavagna. Los dos movimientos tuvieron opiniones divergentes pero transitaron el camino de la legalidad y terminaron imponiéndose.
La expropiación de YPF anunciada ayer, o la “recuperación de la soberanía hidrocarburífera” como prefiere denominarla la Presidenta, es en cambio una medida que recorre un sendero al borde del precipicio. Está basada en un par de argumentos comprensibles como la importancia estratégica de la participación estatal en la explotación petrolera y la necesidad de incrementar la inversión local de las compañías privadas que actúan en la actividad. Pero el remedio elegido por Cristina, una expropiación lisa y llana, puso en jaque la relación bilateral con España, el mismo país con el que los Kirchner firmaron un acuerdo de asociación estratégica en 2007.
Las primeras consecuencias en términos de diplomacia comercial empezaron a comprobarse anoche. Además de la respuesta que hoy pueda alumbrar España que ya había citado a nuestro embajador, se sumaron las advertencias del presidente de México, Felipe Calderón (la estatal mexicana Pemex es dueña del 10% de Repsol), y la que hizo desde Brasil la secretaria de estado de EE.UU., Hillary Clinton, quizás la funcionaria de ese país que mejor opinión tiene de Cristina.
El ruido de los aplausos estratégicos y los cantitos tribuneros en la Casa Rosada no deberían aturdir a la Presidenta para que pueda evaluar correctamente la magnitud de la decisión que tomó con YPF. El déficit de la balanza comercial de la energía es producto de errores históricos pero también de los errores de los últimos ocho años en los que gobernaron Néstor y Cristina Kirchner. Habían respaldado la privatización que apuró Carlos Menem en los años ‘90 e hicieron poco desde el Estado para que el crecimiento económico de estos años tuviera su sostén en una adecuada estructura energética.
El ejemplo que brilla en la región es el de la petrolera brasileña Petrobras, una compañía de capital mixto que abastece a su país; que invierte en exploración en aguas profundas; que produce ganancias y es conducida por un management profesional del que participó la hoy presidenta Dilma Rouseff. Brasil no es justamente un país que mantenga bajas sus banderas nacionales pero se ha hecho respetar por las grandes potencias participando y ganando con las reglas del mercado.
Es que el nacionalismo bien entendido se ejerce así. Protegiendo los bienes propios en el marco de la ley y ofreciéndole reglas claras a quien desee invertir en nuestro país. El futuro de aquella YPF con la que soñó el General Mosconi en 1907 debería parecerse más a la Petrobras de los brasileños y menos a nuestra Aerolíneas, que en manos estatales arrastra hoy el mismo déficit que tenía en equivocadas manos privadas.

FUENTE:Publicado en www.cronista.com   

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