miércoles, 30 de mayo de 2012

La epopeya de enfrentar la realidad
Los indicadores económicos caen, lo que obliga al Gobierno nacional a dejar de lado los relatos épicos para tomar medidas que controlen la inflación y devuelvan la competitividad perdida.
LaVoz-Redacción 
La realidad está mostrando datos económicos que le duelen al Gobierno nacional, que por ahora hizo caso omiso de las alarmas que se han prendido en los sectores productivos y de servicios.
El estimador mensual de actividad económica (Emae), que difunde el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), señala mes contra mes un estancamiento desde septiembre de 2011. En marzo, último dato oficial conocido, hubo un exiguo aumento de 0,5 por ciento en relación con febrero. En abril, la situación no mejoró: el índice general de actividad (IGA), que es medido por la consultora de Orlando Ferreres, acusó una baja de 1,2 por ciento en relación con marzo.
Además, durante el mes anterior, el indicador industrial de la fundación Fiel cayó 0,6 por ciento por debajo de marzo. “La fase recesiva de la industria ya lleva siete meses desde el pico de la actividad industrial en septiembre de 2011”, concluyó la entidad.
En Córdoba, 19 empresas fabriles y de servicios pidieron el procedimiento preventivo de crisis, que las habilitaría para modificar las condiciones laborales, luego de que las pérdidas en sus balances sean verificadas por los gremios y por el Ministerio de Trabajo de la Provincia.
Si hace falta un elemento más para abonar la desaceleración que se advierte en numerosos sectores y la recesión que ya carcome a otros, basta analizar la baja en la recaudación de impuestos nacionales. Los ingresos tributarios crecieron 24 por ciento en abril último, cuando en el primer trimestre lo habían hecho al 29 por ciento y durante 2010 y 2011, se habían expandido un 33 por ciento en la comparación interanual. .
No hacen falta más datos. La economía argentina se está desacelerando y la industria cae desde hace varios meses atrás. Esta realidad obliga al Gobierno a dejar de lado los relatos épicos para tomar medidas que controlen la inflación y devuelvan la competitividad perdida.
Llegó el momento de que la presidenta Cristina Fernández abandone supuestas epopeyas e imaginarias trabas de grupos económicos que pretenderían destruir su gestión. Las banderas de la soberanía en Malvinas y de la recuperación de YPF para la gestión estatal ya no alcanzan para disimular los problemas económicos.
Las urgencias requieren de decisiones que formen parte de una política que respete e incentive al capital privado, que ofrezca oportunidades de crecer para los sectores pequeños y medianos del entramado productivo y, fundamentalmente, que apunte a reducir la inflación, que es el más duro castigo social para pobres e indigentes.
Miles de puestos de trabajo están en riesgo. Si el Estado nacional cree de verdad en un modelo productivo y de inclusión social, ha llegado el momento de actuar para recuperar ese objetivo, que es tan indiscutible como las alertas que se prendieron en la actividad económica.

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