lunes, 25 de junio de 2012

La Elección de Hércules   Por Eduardo García Gaspar

ContraPeso.info
La historia comienza al inicio de un día. Un joven mozo camina por el campo.
No va de buen humor. Está enojado y no sabe por qué. Está inquieto e ignora la causa.
Se llama Hércules y sigue caminando, pensando.
Llegando a una bifurcación del camino, se detiene. No sabe qué dirección tomar.
Ve uno de los dos caminos y la figura que se acerca. Una mujer, joven, atractiva. Va vestida con lujo. Lleva grandes joyas. No hay ojos humanos que puedan ignorarla.
Aún así, Hércules vuelve sus ojos al otro camino y ve a otra mujer más a lo lejos. Va vestida con modestia y hay en ella algo que se llama clase o categoría.
La primera mujer, la vestida con lujos, llega antes. Y le habla a Hércules. Lo invita a seguir el camino por el que ella regresará.
“Hércules”, le dice, “ven conmigo a la tierra de la alegría continua, donde no existe la inquietud y el vino corre por los ríos. Donde no falta nunca alimento y tampoco la felicidad. Donde puede vivirse sin agobios, ni sufrimientos y todo te será dado, desde ahora y por siempre”.
Mientras ella hablaba, arribó la otra mujer. La vestida con modestia y que portaba una sonrisa también.
“Hércules”, le dice, “ven conmigo a la tierra del esfuerzo y la responsabilidad. Donde los caminos son difíciles y están llenos de peligros. Donde cada paso es un logro y cada meta una satisfacción. Donde a veces hay sufrimiento y a veces una alegría que tampoco dura siempre. Donde nada te será dado si no lo mereces”.
Durante varios minutos, cada una de las mujeres exhortó a Hércules a seguir su camino. Cada una exaltaba la tierra a la que quería llevar al joven.
Cuando una hablaba de tranquilidad continua, la otra hablaba de inquietudes en todo momento. Si una mencionaba recreación y placer, la otra hablaba de trabajo y esfuerzo. Si una ponía atención en gustos cumplidos y grandes deleites, la otra en responsabilidades aceptadas y labores diarias. Si una hablaba de caminos fáciles, la otra de rutas difíciles.
Hércules, frente a esas dos mujeres, y una vez que ellas dejaron de hablar, guardó silencio. Miró a cada una de ellas, tratando de ver lo más profundo de sus ojos.
Sospechó que esa mañana se presentaba frente a él quizá la decisión más importante de su vida.
¿Por dónde iría? Cuenta la historia que Hércules tomó el camino de la mujer modesta, el de las dificultades y la felicidad fugaz, el de las responsabilidades, el sudor y el llanto ocasional.
Y así vivió el resto de su vida, según cuenta la historia.
Una historia que, como las de su tipo, trata de hacernos ver que lo mismo que le sucedió a Hércules nos acontece a nosotros, simples humanos. Más aún, es una decisión diaria. No, es una decisión en cada momento de cada día.
¿Por cuál de esos dos caminos decidiremos ir?
¿El camino que promete todo sin esfuerzo, o el que da lo que cada uno merece? En la historia, el camino del esfuerzo está representado por una mujer que se llama Virtud.
El otro camino, el de la ausencia de abatimientos tiene como representante a otra mujer, llamada Deleite.
La comparación es ilustrativa, incluso didáctica. Ayuda a entender la propia vida y el ambiente en el que nos movemos. Nos enfrentamos cada día varias veces a la disyuntiva de esos dos caminos.
¿Iremos en busca del deleite prometido y sin esfuerzo, o en busca del trabajo y el esfuerzo?
Me temo que nuestros tiempos de demasiada televisión y escasa razón presentan a la mujer de vestidos lujosos como la opción atractiva y el camino de los listos. Por el contrario, la opción de la mujer modesta es presentada con tono de burla y chunga, como el camino de los tontos.
¿Quién, sabiendo que puede exigir derechos, aceptará también responsabilidades?
¿Quién sabiendo que va a recibir, se molesta en considerar la posibilidad de dar?
¿Quién pensando en una vida de descanso, considera que puede trabajar y crear?
Pero esas son las alternativas frente a nosotros y están muy bien ilustradas en la campañas electorales de todos los países.
Los candidatos son como la mujer de valiosas joyas, nos invitan a su tierra. Una en la que se nos promete todo sin necesidad de trabajo. Donde habrá vino y alimentos sin fin, en la que ellos se encargarán de hacernos felices y cuidar nuestros más pequeños deseos. Donde no hay necesidad de tener méritos, ni esfuerzos, ni vigores.
Creo que Hércules, según la historia, preferiría otro camino, el de la responsabilidad, donde hay fracasos y triunfos, donde nada es gratuito.
FUENTE:Publicado en http://contrapeso.info/2012/la-eleccion-de-hercules/

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