domingo, 30 de septiembre de 2012

GRANDES ESPERANZAS

Por Luis Tonelli. CFK empleó en la ONU un tono distinto al de las cadenas nacionales, pero el contenido siguió apuntando al mercado doméstico: hizo eje en el maltrato del FMI. (En rigor, la propia Presidente se comprometió ante el G20 a aceptar la auditoria del Fondo sobre las estadísticas y la economía argentinas…pero no cumplió. En cuanto al diálogo con Irán, es probable que ya haya un arreglo preacordado con el régimen de Ahmadinejad (tan íntimo del de Chávez)
Fue una bendición para los oídos volver a escuchar a la Presidenta Cristina Fernández en modo “legislativo”, en su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas en contraste con el estilo “reality show” adoptado y abusado para sus apariciones domésticas.
El discurso, aparte de los tópicos comunes (Malvinas, restricciones a la importación de nuestros productos) presentó dos componentes políticos de alto voltaje. El primero fue la esperable respuesta de CFK a la imprudente expresión de Mademoiselle Christine Lagarde, mandamás del FMI de que en tres meses le sacaría a la Argentina “tarjeta roja” si no mejoraba el INDEC la información que provee. Una avivada “comunicativa” de la francesa le permitió a CFK presentar a la Argentina como víctima de palabras políticamente incorrectas  que ofendieron la soberanía patria y nuestro orgullo nacional. ¿Quién es el FMI para sacar la “tarjeta roja” a un país, a una nación, a un Pueblo?
De este modo, la metáfora futbolera de una Christine fue respondida por la Cristina vernácula con otra estrategia futbolera: mandar el problema real de esa hipocresía organizada que es el INDEK a la tribuna popular. O sea, rasgarse la toga patria, cuando la misma presidenta se comprometió durante el G20 de Londres, con firma al pie del acta, a permitir que el FMI revisara no solo el INDEC sino la marcha en general de la economía argentina (todo esto más allá de la discusión de si fue conveniente o no estar fuera de la supervisión de los organismos internacionales de crédito).
El otro punto alto del discurso de CFK en la ONU fue la anunciada (aunque sin embargo sorprendente para algunos) aceptación de una instancia de diálogo con Irán con el objetivo de aclarar el rol de ese país en los atentados contra la embajada de Israel en Buenos Aires y contra la mutual AMIA tiempo después.
Este encuentro viene siendo trabajado ya hacía tiempo y la cuestión de una definición a último minuto no se la puede creer nadie. Y menos aún, cuando la Presidenta reveló toda una estrategia política interna a seguir si el encuentro con los representantes de Irán es positivo: consultar a los “líderes parlamentarios” argentinos para que aprueben o no lo actuado.
La misma lógica seguida luego de la derrota del 2009: proponer a consideración del Congreso “iniciativas populares” para que la oposición no pudiera oponerse y fuera pasto de los críticos más extremos (o sea el Grupo Clarín) siendo atacada por complaciente e impotente.
Es totalmente improbable entonces que no haya un preacuerdo entre Irán y la Argentina para lograr algún avance en el esclarecimiento de los atentados. Lo que es más difícil de prever es el impacto que semejante novedad puede tener en una opinión pública polarizada (en gran medida por la misma Casa Rosada), cuyo malhumor no parece ser fácilmente reversible, salvo por una nueva oleada improbable de gran consumo para todos y todas.
FUENTE: Publicado en 7Miradas

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