viernes, 19 de octubre de 2012

CACEROLAS, CHISPORROTEO Y DESPUÉS
La visión de los expertos sobre la política que viene
Según las mediciones, la caída de la popularidad de la Presidenta en los últimos meses es notable, sobre todo en Capital, tradicionalmente opositora. Noticias Urbanas reunió a los politólogos y consultores Fabián Perechodnik, Inés Tula y Liliana de Riz para analizar el panorama posible hacia 2015.
Por Laura Di Marco-NU
Una encuesta de Poliarquía revela que la caída en la popularidad de la Presidenta fue de 30 puntos en diez meses. Sin embargo, no hay ningún opositor que lidere o capitalice la suma de descontentos que parece haber acumulado gran parte de la sociedad en contra del Gobierno, sobre todo en las zonas urbanas, y muy especialmente en la Capital.
Los números revelan el siguiente panorama: si Cristina Kirchner medía un 70 por ciento en la época inmediatamente posterior a las elecciones de 2011, ese porcentaje de adhesión cayó a un 40 por ciento en las últimas mediciones de septiembre. Mediciones que, sin embargo, no recogen el chisporroteo con los alumnos de Harvard, los efectos políticos del último cacerolazo ni la protesta de los cabos de la Prefectura. En la Ciudad, tradicionalmente opositora, la gestión de CFK cayó a un 25 por ciento.
¿Cuáles son las causas del nuevo clima político de protesta? ¿El descontento afecta también a Mauricio Macri o, por el contrario, de algún modo lo está capitalizando? ¿De qué modo debería comportarse la oposición en las cruciales elecciones de 2013 para reconstruirse como alternativa de gobierno? ¿Qué le pasa a la dirigencia opositora? ¿Hay desconcierto, oportunismo o simplemente falta de carisma para capitalizar el desgaste del Gobierno?
EN LA VEREDA DE LA OPOSICIÓN
“Sin personalizar, la oposición oscila entre el desconcierto y el oportunismo”, afirma el director de Poliarquía, Fabián Perechodnik, en relación a la respuesta –o falta de respuesta– de los diversos dirigentes de la oposición que, según él, podrían clasificarse en esos dos universos. Y los describe: “Algunos no saben efectivamente cómo actuar ante el desgaste del Gobierno, pero otros están esperando su momento político. Faltan tres años para 2015, y no solo es mucho en términos cronológicos sino que, en política, es una eternidad. Algunos tienen responsabilidades de gobierno, en el día a día, y si van a una confrontación total y en toda la línea, sus territorios se volverían ingobernables porque dependen del Gobierno. Y no hablo solo de los fondos”.
Para la politóloga Liliana de Riz, la polarización a nivel nacional vuelve imposible visualizar la eficacia o ineficacia de las gestiones locales, como la de Macri o cualquier otra. Y también diluye el liderazgo local. “Los problemas por los cuales se queja la gente son nacionales –apunta esta investigadora superior del Conicet, cuya especialidad es el estudio de las políticas públicas en América latina–: la inflación, la inseguridad, el corralito del dólar. Esos problemas, acumulados, por un lado opacan lo que se pueda hacer, para bien o para mal, en las gestiones locales. Y por otro lado, tampoco se lo ve a Macri interviniendo en temas nacionales. En Pro falta organización territorial y quizá un liderazgo más eficaz que pueda interpretar el espíritu de esta época. Pero esto no le sucede solo a Macri, sino a toda la oposición. Ninguno es capaz de enamorar a amplias franjas sociales; no logran inserción nacional.”
Para su colega Inés Tula, profesora de la UBA y también investigadora en el Conicet, el error está en buscar un líder todo terreno, es decir, a una sola persona como si se tratara de disputar ahora el Ejecutivo. “Son demasiadas demandas las de la gente que sale a protestar; imposible que un solo líder pueda capitalizarlas”. Sigue: “Las próximas elecciones son legislativas y, a diferencia de lo que opinan muchos, lo peor que puede hacer la oposición es unirse en 2013. Deberían ir separados porque de ese modo, por un lado, lograrán más votos, y por otro, diversificados están en mejores condiciones de representar las múltiples demandas”. 
Tula distingue entre líderes de la oposición que puedan ser canales de algunas demandas –no de todas– y el desafío mayor de 2015. Y también distingue entre el armado de una coalición electoral y otra de gobierno.
Pero, si lo que se busca es una alternativa de gobierno, ¿una eventual coalición opositora no debería empezar a formarse ahora, en las elecciones de 2013? “Depende para qué se una la oposición. Pueden ir separados en 2013 para canalizar múltiples demandas y luego generar un candidato que tenga apoyos por debajo, y con él conformar una coalición electoral, pero no de gobierno. Y en el momento de gobernar, que los integrantes de la coalición tengan cargos menores. Ese formato, diferente a lo que fue la Alianza, por ejemplo, que desde el vamos se tejió como una coalición de gobierno, podría aplicar mejor para este momento, donde es imposible concentrar todas las demandas en un solo líder.”
Para De Riz, sin embargo, está faltando, precisamente, un líder como lo fue “(Raúl) Alfonsín en su momento, que pudo interpretar un período político y traducirlo y, a la vez, captar a amplias franjas de votantes más allá de su partido. Aunque en menor escala, también sucedió eso con Chacho Álvarez cuando se hizo la Alianza. Chacho podía seducir a parte del radicalismo, al peronismo de izquierda y a sectores progresistas”.
Perechodnik es de los que creen que Macri sí está capitalizando, de algún modo, este momento de desgaste del Gobierno. Lo fundamenta: “Su gestión tiene un 60 por ciento de aprobación en la Ciudad”. Y aunque no lo dice con nombre y apellido, parece referirse el jefe porteño y, de algún modo, también a Daniel Scioli cuando asegura que, entre el conglomerado opositor hay dirigentes que no actúan porque simplemente están esperando el momento adecuado.
“Las cacerolas fueron en el territorio de Macri, pero no tienen que ver con él –tercia Tula–. Sin embargo, de algún modo también lo involucran. Fue una protesta, no hacia la política, pero sí hacia las últimas políticas, tanto de Macri como de CFK. En el caso de la Ciudad, claramente el conflicto con el subte sumó al descontento.”
RADIOGRAFÍA DE LA PROTESTA
El descontento social tiene, de fondo, la percepción del malestar económico y abarca muchas razones, difíciles de unificar, tal como señalan los analistas: la desazón porque el salario es devorado por la inflación; la inseguridad; la amenaza de perpetuación en el poder (la re-re, ahora archivada); el clima de hostilidad hacia quienes no piensan como el Gobierno; la distorsión del lndec; la imprevisibilidad. 
Como señala De Riz: “El hilo conductor es la fatiga social por la imprevisibilidad. Es difícil de creer –y la gente ya no lo cree– que el corralito del dólar se debe a una crisis externa. Se debe a una mala gestión. Y es ante eso que reacciona la clase media, además de sentirse afectada en sus intereses.”
Los caceroleros se autoconvocan por las redes sociales y están huérfanos de dirigencia. Quienes llevan a cabo las protestas no se sienten representados –al menos, no hasta ahora– por ningún líder de la oposición. En Twitter, uno de los convocantes a la última protesta escribía, en un tuit dedicado a la dirigencia opositora: “La opo no entiende nada. Nuestra democracia está madura, y por eso salimos a cacerolear”.
“Pero, ¿acaso alguno de ellos se va a postular como presidente?”, se pregunta el analista de Poliarquía, quien describe a las cacerolas como legítimas pero inconducentes. “Se necesita la política y las instituciones para motorizar esas demandas”, apunta Perechodnik, para quien hay que ir a buscar la causa profunda de la protesta al tembladeral de 2001, año en el que se rompió la matrix de la Argentina, según su mirada. “Entre 1945 y los 70, tuvimos un sistema político bipartidista. El PJ por un lado y por otro lo que no era PJ, la UCR. En los 70 empiezan a terciar las terceras fuerzas, algunas veces de derecha, otras de centroizquierda. En 2001, ese sistema político partidario se rompió en mil pedazos y aún no encuentra su reemplazo. Esa es la causa profunda de que a la oposición le cueste aún reordenarse”.
El analista de Poliarquía diferencia, además, el clima actual con 2009, donde claramente había figuras políticas capaces de encarnar una alternativa opositora. Fue el año en que el kirchnerismo perdió las elecciones.
¿Y ahora? “La gente tiene tiempos de reacción distintos frente a lo que yo llamo el microclima político –acota Perechodnik–. En el microclima de analistas, políticos, periodistas, las cosas se ven más rápido (no significa que mejor, pero sí antes); en cambio la sociedad tiene tiempos más lentos para procesar los problemas y sus respuestas. Acá hubo una acumulación de malestares y, en determinado momento, la sociedad decidió actuar. Llegado ese momento, basta que alguien convoque por la red para canalizar la protesta, que está en el aire.”
EL FACTOR LANATA
“El gobierno ya ni le pega a Macri; ahora le pega a Lanata”, escribía esta semana en la red otro tuitero-cacerolero. 
Devenido, para algunos, en un vocero eficaz del malestar con el Gobierno, el oficialismo también parece haber elegido al conductor de PPT como su blanco político. ¿Síntoma de desequilibrio del sistema o estrategia del kirchnerismo?
“La gente siente que el Gobierno le está mintiendo –traduce De Riz–. Le miente con los precios, con la ‘sensación de inseguridad’; empieza a surgir la idea de que hay funcionarios ricos que pueden hacer cosas que se le restringen a la clase media. Eso da bronca. Entonces, llega un periodista que muestra lo que supuestamente el Gobierno quiere tapar. Pero un periodista informa, exhibe, no puede hacer nada para modificar las cosas”.
Tula cree que hay un cambio de clima en relación al miedo. “Lanata llegó a la televisión en un momento en el que pocos se atrevían a hablar, y él se atrevió. Eso movilizó e impulsó a otros a sumarse a la protesta.”
Algo está claro: el tiempo de la empatía con el dolor de la viudez de Cristina Kirchner quedó definitivamente atrás. Las encuestas muestran una tendencia al desgaste de la figura presidencial, según adelanta Perechodnik. Y agrega: “Incluso, me aventuro a pronosticar que luego de las últimas protestas, la popularidad de la Presidenta debe haber bajado más aún que lo que indican los últimos sondeos publicados”.
Como dice De Riz, “terminó la compasión por el sufrimiento de ella porque ahora es la gente la que siente que la está sufriendo a ella. La protesta le habla a la Presidenta”, interpreta.
Para Tula, los próximos meses serán cruciales, mientras que las elecciones del año que viene definirán los dos años siguientes, hasta 2015. “Veremos cómo procesa el peronismo este momento. Tiene dos opciones: o estalla y se divide o bien se alinea con un jefe y logra unificar a todos detrás de él.”
¿Se archivará la re-re de CFK o encontrará el Gobierno alguna alquimia para re-impulsarla? ¿Será el 7D esa nueva gesta para renovar la sangre K, como en una trasfusión de mística? ¿Logrará Macri aglutinar al peronismo y convertirse en líder de la oposición o de una parte de ella?
Muchas preguntas, pocas certezas. La política argentina de los próximos meses promete de todo, menos el aburrimiento. NOTICIAS URBANAS

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