martes, 20 de noviembre de 2012

RECLAMOS EXPLÍCITOS Y MENSAJES IMPLÍCITOS 
Más allá del resonante éxito de la convocatoria que no tuvo líderes ni referentes, es importante ser consciente que no es fácil transportar el suceso al ámbito político-electoral y, es justamente ese intríngulis el que tratan de descifrar las fuerzas opositoras que aspiran ser una alternativa real.
Por: Aldo Norberto Bonaveri- Pregón Agropecuario
La multitudinaria protesta popular del 8N independientemente de los visto, escuchado y leído, aún sigue incorporando nuevas conjeturas, diferentes interpretaciones y concitando tantas alertas en el oficialismo como decodificación de los mensajes implícitos en la oposición.
Las descalificaciones practicadas por los adláteres del gobierno no hacen más que evidenciar cuanto les preocupa semejante manifestación, replicada a lo largo y lo ancho del territorio nacional, e inclusive por muchos argentinos residentes en diferentes países del planeta.
Los reclamos expresados en las distintas concentraciones del 8N no difieren demasiado de los planteados el 13S, pero si resulta importante destacar que el mayor énfasis se concentró en aspectos institucionales, sobre los de índole económicos. Tal comportamiento no es menor, dado que históricamente en nuestro país las movilizaciones y reivindicaciones acontecieron cuando sintieron afectada la visera más sensible; “el bolsillo”.  
Las concentraciones multitudinarias suelen ser caldo de cultivo para que se generen excesos, desmadres y muchas veces desataron desmanes de proporciones, felizmente en la ocasión nada de eso ocurrió; siempre existe algún exaltado que profiere algún improperio o alguien que no se enrola con la democracia; no obstante lo desubicados han sido absoluta minoría entre una muchedumbre que se expresó pacíficamente, con hastío pero sin desbordes ni descontrol. 
Las consideraciones de si la convocatoria fue espontanea o no, no hacen a la cuestión. Nadie puede ignorar que las redes sociales jugaron un rol preponderante para que tuviera el suceso que alcanzó, pero tampoco se puede desconocer que aquí no existieron jefaturas, oradores, aparatos, dádivas, ni ninguno de los conocidos artilugios para llevar gente. En las concentraciones ocurridas en cualquier punto del país durante la jornada, la concurrencia estuvo compuesta por gente de ambos sexos con predominio de clase media pero no excluyentemente, la presencia de familias completas, y fuerte presencia de jóvenes . Seguramente no habrá coincidencias sobre cuantas personas se manifestaron en todo el país, el número no importa demasiado, 1.000.000 o 1.500.000 de almas no cambia la ecuación, en cualquier caso fue muchísima, mucho más que lo calculada previamente por el gobierno y los propios reclamantes.  
Los manifestantes se expresaron unánimemente en contra de una reforma constitucional que posibilité la re-reelección de la única persona legalmente impedida de postularse, también se pronunciaron abiertamente para cuestionar las recurrentes presiones a la justicia y, del autoritarismo progresivo de los que ostentan el poder.  
Por cierto que la inseguridad constituyó otro de los argumentos más contundentes de los reproches, la gente además de observarla o padecerla, se siente burlada con la definición de “sensación de inseguridad” que relativiza Nilda Garré. La sociedad también se enfada cuando la presidenta les quiere hacer creer que no existe “cepo cambiario” o relativiza la elevada inflación. La corrupción que aflora en varias áreas del gobierno y, el enriquecimiento desmesurado de funcionarios es otro de los tópicos que indignan a un gran segmento de la sociedad, que fue participe de la protesta o que se siente plenamente identificada con ella. Tampoco faltó el repudio para las falacias permanentes del INDEC.  
Más allá del resonante éxito de la convocatoria que no tuvo líderes ni referentes, es importante ser consciente que no es fácil transportar el suceso al ámbito político-electoral y, es justamente ese intríngulis el que tratan de descifrar las fuerzas opositoras que aspiran ser una alternativa real. En tal sentido tienen frente a sí un gran desafío, habida cuenta que si bien el desgaste K es evidente, igualmente resulta axiomático el desconcierto imperante en la oposición. Los 11 meses que restan para las elecciones legislativas es un tiempo prudencial como para generar propuestas y revertir las difidencias generadas en la sociedad; pero tampoco les da margen como para dilatar el envío de señales claras en esa dirección. 
Para los políticos que no comulgan con el kirchnerismo, los manifestantes le dejaron mensajes tácitos que comparten en su mayoría importantes sectores de la ciudadanía, en la coyuntura y más aún en el futuro inmediato no consideran que la ideología (cuando no es extrema) sea la limitante substancial para acuerdos democráticos. Por estos tiempos son mucho más trascendentes la elaboración de un programa de denominadores comunes; respeto a rajatabla de la constitución, las libertades y las instituciones de la república, independencia de la justicia, autentica división de poderes, restablecimiento del federalismo, planificación de una estrategia energética sustentable y, políticas productivas que permitan al país aprovechar las condiciones internacionales favorables. 
Enviado por mail por su autor 

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