martes, 22 de enero de 2013

“Sin 2013 no hay 2015 idiota”

Fue la expresión, molesta por cierto, que en estricto off the record le expresó un dirigente nacional del PRO, de paso por Bariloche a otro dirigente, en este caso del Peronismo Federal o disidente, en presencia de un periodista local ligado al regional Partido Provincial Rionegrino (PPR) liderado por Claudio Lueiro, cercano a algún armado para las elecciones del 2013.
La expresión desnuda las dificultades que aún hoy enfrentan los sectores de la oposición al cristikirchnerismo, especialmente aquella que espera, navegando entre la esperanza y el temor por las definiciones políticas de Scioli y Massa.
En todos hay una dualidad. Por un lado, huelen que el poder puede acercarse a sus manos. Por el otro, temen que si el resultado electoral de las legislativas del 2013 no es lo suficientemente contundente, la Presidente y sus seguidores recurran a toda la artillería necesaria como para sacar, a como de lugar, la Reforma Constitucional que la vuelva a depositar en la expectativa que siempre expresa Diana Conti. O sea, esa suerte de “Cristina eterna”. Ese es el objetivo y por él van a ir. Pocos…, o nadie, piensa que la palabra “escrúpulos” tenga el más mínimo sentido en la lucha que se avecina.
Así las cosas, las discusiones en una oposición plagada de contradicciones y fundamentalismos ideológicos que no aguantan la más mínima profundización, se anulan entre ellos mismos, generando permanentes sonrisas cómplices de los seguidores ortodoxos y transversales de la Presidente.
Ellos saben, sienten o perciben que pueden encontrar algunos votos sueltos del radicalismo, como Leopoldo Moreau, algún radical rionegrino  y / o del Frente Amplio Progresista dispuestos a traicionar sus partidos por un momento de presunta gloria, ser tapa de los diarios o pensarse así mismos en presuntos lugares prometidos para desempolvar sus derrumbadas carreras políticas y sus machucados egos, que aún viven pasados tiempos de gloria como si fuese el presente… y, por supuesto, alguna hermosa o jugosa “compensación”.
En el cristikirchnerismo esos pudores no están presentes. Todo vale para acercarse al sueño reformista que; como mínimo les de tranquilidad uniformada y renovadas verticalidades y que, como máximo, los deposite en una renovada mística de reelecciones permanentes.
El plan ya está funcionando. Si logran la reforma, Cristina dejará el luto, volverá a los colores vivos, apelará a que “ÉL” quiere que su nueva compañía sea el pueblo y se recreará así misma en una suerte de regeneración que confunda a todos, previa modificación del Gabinete, tratando de generar nuevas expectativas de moderación y comprensión de la demanda popular.
Habrá quienes crean que el cambio es auténtico y que es la respuesta natural a las demandas de moderación, consenso y diálogo de las clases medias. Habrá otros que señalen que todo es una puesta en escena y con un objetivo excluyente, retener el poder y que luego, se podrá seguir avanzando en esa suerte de construcción transversal que han dado en llamar “la etapa superior del peronismo”.
Claro que para que todo esto sea posible, la Presidente necesita sentir que la Reforma Constitucional está a la vuelta de la esquina. ¿Con que estrategia?
•    Hay quienes piensan que debe señalizarse con claridad electoral que estas próximas elecciones tienen un carácter plebiscitario presidencial y que perderlo colocará a todos los argentinos en una incertidumbre económica y politicamente peligrosa. Y que, en consecuencia es conveniente ratificar el rumbo para asegurar los propios destinos.
•    Otros, piensan que la Presidente debe explicitar su falta de vocación de continuidad y que no intentará la Reforma, pero que si necesita la consolidación legislativa para continuar conduciendo el destino de argentina en un marco de crisis internacional que exige una conducción férrea que nadie más puede asegurar excepto ella. Después, y con el supuesto resultado asegurado, el clamor organizado siempre puede ser una suerte de justificación explicada desde una especie de… “yo no quiero, estoy cansada, pero me debo a mi pueblo”.
Lo cierto y concreto es que la expresión… “sin 2013 no hay 2015, idiota” encierra la seguridad de la importancia que tiene esa elección. Sea para terminar con un estilo, un modelo, un sueño de eternidad, sea para que esa continuidad sea una certeza. En todo caso, será la ciudadanía la que lo decida.
Claro que también será la claridad o confusión de la oposición en tanto el gobierno se divierta explotando sus propias contradicciones y pesque entre ellas a todos los heridos o a aquellos ambiciosos capaces de sacrificar el futuro de sus partidos en el altar de sus presentes personales.
El Periodista, escritor e intelectual, Martín Caparrós, señaló recientemente en una nota que le hicieron a él, lo siguiente…:   “De todos modos, a mí me parece que perdemos mucho tiempo en analizar la gestualidad de la Presidenta y sus amigos. Los que tratamos de desarmar y entender las trampas del relato estamos cayendo en la mayor trampa del relato, que es hablar de ella todo el tiempo.”.
Caparrós tiene razón. Hasta el día de hoy, la agenda de las discusiones es dominada por las acciones, aciertos u errores de la Presidente. Y todo navega en su alrededor. Las propuestas que otros deberían liderar, terminan siendo cuasi un abstracto ya que la lucha es en el barro. Mientras la oposición piensa en construir sus propias realidades separándose entre ellas por juicios o prejuicios ideológicos, el Gobierno de la Presidente, construye poder con cualquiera, sea este, Menem, Milagros Sala de la Tupac Amaru, Pérsico del Movimiento Evita o Fernando Esteche de Quebracho.
Lic. Rodolfo Patricio Florido www.pdeqdigital.com 

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