lunes, 6 de mayo de 2013


María Celsa RodríguezUN ESTADO COSTOSO
Por María Celsa Rodríguez
Cuando antiguamente el "Señor" con sus guerreros violentamente entraban en una aldea arrasando con todo, matando, quemando las pobres viviendas y se apoderaban de la tierra y de todo lo que había en ella, imponía un impuesto. Así, la gente trabajaba sin descanso para el Señor Feudal.

Aunque su origen es antiquísimo, ya los egipcios a través de los escribas comenzaron a cobrar impuestos sobre el aceite. En Grecia en el 428 AC, existía la eisfora, destinado a cubrir los gastos de la guerra del Peloponeso. Luego en el Imperio Romano, los primeros impuestos que se conocen, es el llamado portoria, que fueron fijados como los  derechos de aduana, de importación y  de exportación. Con el paso  de los siglos, los impuestos  fueron necesarios para alimentar el presupuesto que  financiará los gastos del Estado.
"Sin los impuestos no existiríamos" decía un profesor en la facultad.

 Los impuestos son unas cargas obligatorias e imperativas que todas las personas, las empresas e industrias tienen que pagar para financiar las funciones del  Estado, para financiar no solo  la construcción de caminos, rutas, puentes, sino también el mantenimiento de puertos y de aeropuertos, el desarrollo de las fuentes eléctricas, como así también, de poder   prestar los servicios públicos de sanidad, de educación, viviendas, de seguridad y de defensa, y sostener  los sistemas de protección social: de desempleo, accidentes laborales, jubilaciones, pensiones y subsidios, etc.

Ya lo decía el Filósofo británico William Taylor "Los impuestos no solamente nos empobrecen (quitándonos una parte sustancial del producto de nuestro esfuerzo). También nos hacen menos libres, ya que son el mecanismo que el Estado emplea para hacernos consumir esto y no aquello o comportarnos económicamente de una u otra manera. Gravando y desgravando a su antojo, el Estado nos induce a actuar como él cree conveniente. Así, los impuestos nos convierten en marionetas del ministro de Hacienda".

Pero los impuestos generan una razón existencial y al mismo tiempo una necesidad laboral para cada ciudadano: " trabajar y ganar bien para afrontar cada mes los gastos impositivos"- es la idea-. Pero sin embargo la bronca explota impotente cada vez que  siente que el Estado le mete "prepotentemente" la mano en el bolsillo y se lleva una buena parte del fruto de su trabajo. Manejándose en ese juego  de desconfianza en que se mueve el fisco, de saber que posee el contribuyente, cuanto gasta , si oculta algo, y que declara. Sin embargo escapa del conocimiento de cada contribuyente a donde va todo ese dinero, en que se gastan, y como lo invierten. Se supone  que lo deben invertir en mejorar nuestra calidad de vida. Pero luego  de ver rutas destruidas, falencias en el sistema energético, la carencias en los hospitales públicos  y de lo que pasó con las inundaciones en La Plata, la duda sobrevuela, y entonces nos sentimos estafados, y pensamos que nos engañaron como niños. Somos unos ilusos y nos están robando.
Porque mientras nos exigen cada vez mas impuestos, ellos nos roban nuestro presente y nuestro futuro, en tanto  las listas de necesidades sociales se hacen cada vez más largas, y los que se enriquecen a costa del Estado se hacen cada vez mas ricos.

El ciudadano  inmerso  en su supervivencia animal, esta ahora bailando entre la inflación que le está carcomiendo el salario y los impuestos cada vez más elevados.

Pero de esta crisis  ¿Nos sacarán este gobierno que nos metió en ella? La respuesta solo hace eco a las palabras del Ministro Lorenzino "me quiero ir". Porque está claro que todo es producto del gasto publico descontrolado para mantener el clientelismo en orden y  como ya no quedan Cajas en donde meter las manos, y las reservas están en baja y el dolar pisando los 10 pesos y tantas cosas negativas que se suman. El pobre ciudadano como hace miles de años sigue escarbando los  bolsillos para sostener al Estado, un Estado que no le devuelve lo que espera. Como dijo Frederic Bastiat: "La gente ya está empezando a darse cuenta de que el Estado es demasiado costoso. Lo que aún no terminan de comprender es que el peso de ese coste recae sobre ellos".

PUBLICADO EN CRÓNICA Y ANÁLISIS

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