martes, 30 de diciembre de 2014

Tengo una buena noticia para darle…

Estamos solos y nadie vendrá a rescatarnos. Se acabaron los atajos, y las soluciones rápidas y efectistas. No se apure a protestar o maldecir nuestra suerte: este puede ser el inicio de algo muy bueno.
La tragedia en la Cordillera de los Andes de 1972, además de impactar al mundo, dejó una valiosa lección respecto de las capacidades humanas, el trabajo en equipo y la autosuperación.
ImageParadójicamente, los sobrevivientes de aquel accidente aéreo suelen coincidir en que la mejor noticia que recibieron fue el saber que las tareas de búsqueda y rescate habían cesado.
Sólo ahí supieron eran los únicos responsables de su suerte y fue en ese momento en que Fernando Parrado y Roberto Canessa salieron en una expedición –tan temeraria como impredecible- que culminaría con el encuentro de un arriero chileno, quien les facilitaría comida, abrigo y medios para contactar a las autoridades para dar aviso de la ubicación exacta del resto de los sobrevivientes.
En ocasiones, descartar la ayuda externa y los milagros saca lo mejor de nosotros.
Se acabaron los atajos
En los últimos años, la visón segmentada de la economía se tomó la escena. El famoso “lo atamos con alambre” se transformó en una de las principales políticas de Estado. Si faltaban fondos, se ponía la maquinita de imprimir billetes en máxima potencia, si faltaban dólares se tomaban del Banco Central, si la inflación se disparaba se maquillaban los números, si la balanza comercial daba mal se recortaban las importaciones, si hacía falta más dinero se emitían bonos dollar linked para financiar al Gobierno, entre otros milagros…
En los últimos meses, otro atajo se intentó tomar: se arreglaron los frentes internacionales para poder volver a los mercados de crédito a solicitar dólares frescos. Hasta ahí, los que mejor negocio hicieron fueron Repsol y el Club de París con suculentas indemnizaciones.
La piedra de tope fue el juicio que se disparó en Nueva York. El atajo se empantanó. Ahora bien, esto -como me dijo Claudio Zuchoviki (gerente de Desarrollo de la Bolsa de Comercio) la semana pasada- no aseguraba que la Argentina iba a poder tomar deuda a bajo costo.
Nada garantizaba que los mercados nos fueran a recibir con los brazos abiertos y con tasas en el orden de los 5 puntos, como la de nuestros vecinos.
Paréntesis aparte, la puerta nos dio en la nariz.
Nos remarcaron lo obvio: estamos solos…
Estado de situación
En el plano internacional, la caída del petróleo se tradujo en un ahorro para el Gobierno entorno a los US$ 2.500 millones. Dato interesante si pensamos que el 3 de octubre de 2015 debemos enfrentar un pago de US$ 6.700 millones por conceptos de Boden 2015.
Con todo, desde la asunción de Alejandro Vanoli en el Banco Central, el 1 de octubre, las reservas internacionales del BCRA se incrementaron en US$ 3.206 millones, al pasar de US$ 27.866 millones a US$ 31.072 millones (un incremento de 11,5%).
Frenos al contado con liquidación, algún consejo/amenaza a cambistas para tener el blue a raya y otras hierbas se combinaron en un mercado que casi no opera, pero que a decir verdad tampoco afecta hoy la salud financiera del Gobierno. Llegó el veranito cambiario.
Lo que vendrá
Hay cosas por resolver y sí, se acabaron los atajos, pero no estamos en 2001.
Pocas novedades habrá el año entrante, pero estará la ilusión de que los cambios están por llegar (elecciones a la vista).
No es mi intención ensalzar a los candidatos presidenciales en pugna, sean Daniel Scioli, Mauricio Macri, Sergio Masa o Florencio Randazzo.
Pero parece haber un consenso en el mercado de que -sea cual fuera de ellos el nuevo presidente- se verá obligado a ordenar las fichas.
“La recuperación deberá seguir a la espera de un cambio de gestión que reordene los desbalances macroeconómicos y encare cambios regulatorios para alentar el retorno de las inversiones productivas”, señalan desde la consultora Abeceb.
Se acabó el alambre. Para atravesar cinco años sin naufragar, deberá hacer la tarea.
Le deseo un buen inicio de año.
Un fuerte abrazo, Ignacio.
FUENTE: Publicado en Inversor global - newsletter semanal - enviado por mail

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