miércoles, 18 de febrero de 2015

ELLA, “ELLOS” Y “NOSOTROS”

Proclamarse “patria” implica señalar una “antipatria” a la que se justifica denostar, perseguir, repudiar y excluir de la vida política. En “la patria”, que es “nosotros”, no hay lugar para “ellos”, la “antipatria”.
Por: Claudio Fantini
“Habla la Presidenta de los 40 millones de argentinos y argentinas”, dice siempre la voz en off que presenta las cadenas nacionales.
¿Es necesaria semejante aclaración? ¿Puede el mandatario, en un Estado de derecho, no ser representante de la totalidad de los mandantes? ¿Hay Estado de derecho si es necesario aclarar algo tan obvio?
Algo debe andar mal en un país donde hay que repetir de manera oficial que el presidente (presidenta, en este caso) es presidente de todos los habitantes y no de una parte. Sobre todo porque, a renglón seguido de la desopilante presentación de la locutora de Casa Rosada, “la Presidenta de los 40 millones de argentinos y argentinas” le habla de modo exclusivo a la platea que la aplaude sentada en el salón, a la juventud enfervorizada que canta y salta en los patios y a la porción de la sociedad que la idolatra.
En total, una cifra sideralmente distante del número mencionado por la locutora cada vez que presenta una cadena nacional, o sea a cada rato.
No sólo en cuanto a los receptores del mensaje Cristina Fernández contradice la presentación oficial. También lo hace al mencionar, a modo de dedo acusador, a “ellos”. Esta vez acusó a “ellos” de preferir “el odio”, en una velada pero evidente alusión descalificadora a la marcha del 18-F.
En su discurso, había un “nosotros”, que “nos quedamos con el amor”, y un “ellos”, a los que “les dejamos el silencio”.
La presentación que le hacen decir a la locutora se vuelve más absurda aún por la incontinencia sectaria de quien habla como líder de un sector, a renglón seguido de haber sido presentada como mandataria de un número específico que supone la totalidad de la población.
Pero esta vez –con un fiscal muerto en el centro de la escena nacional–, se hace imperioso preguntarle a la mujer que desde el balcón enardece a los muchachos del patio: ¿quiénes son “ellos”? ¿los que no repiten como un padrenuestro que Nisman trabajaba para la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA), el Mossad –servicios secretos israelíes– y el agente Horacio Antonio “Jaime” Stiuso? ¿los que se negaron a aceptar rápidamente que el fiscal se deprimió y se voló la tapa de los sesos al descubrir, de sopetón, que la denuncia que estaba a punto de presentar ante el Congreso era una patraña insostenible?
¿Quiénes, Presidenta? ¿Los que se resisten a creer la versión de que la denuncia tenía como objetivo empañar la alegría de un verano a playa llena? ¿Los que ven en el argumento del golpismo judicial la misma manganeta chavista de la “guerra económica” para explicar la hiperinflación, las devaluaciones y el desabastecimiento en Venezuela?
Tal vez se refiere a los que dudan de que la muerte del fiscal Nisman sea obra del imperialismo yanqui, el espionaje israelí, Stiuso, el Grupo Clarín, los fondos buitre y demás complotados para producir un “golpe blando”.
Dividiendo
En rigor, el “ellos” del que habla la Presidenta es la inmensa porción de argentinos que no acepta que el “nosotros” que le contraponen sea “la patria”.
A esta altura de la historia universal, demasiados perdularios de todas las calañas ideológicas defendieron sus dictaduras proclamándose “la patria” y llamando a sus adversarios “la antipatria”, como para que alguien dude del acierto de Samuel Johnson al afirmar que “el patriotismo es el último refugio de los canallas”.
Proclamarse “patria” implica señalar una “antipatria” a la que se justifica denostar, perseguir, repudiar y excluir de la vida política. En “la patria”, que es “nosotros”, no hay lugar para “ellos”, la “antipatria”.
En esos términos planteó Carl Schmitt la construcción de poder en su célebre obra El concepto de lo político . Y no influyó sólo en el nazismo, que lo adoptó entre sus libros de cabecera. Influyó en todas las ideologías totalitarias.
Para que concuerde con la extraña presentación que se hace de sus cadenas nacionales, los discursos de Cristina Fernández deben dejar de señalar un “nosotros” y un “ellos”.
La incoherencia es tan grande como la descalificación a los magistrados organizadores de la marcha acusándolos de que actúan políticamente, planteada por el mismo gobierno que incubó Justicia Legítima, agrupación militante del oficialismo judicial; que designó a la híper kirchnerista Gils Carbó y que aplaudía cada manifestación de kirchnerismo explícito de Eugenio Zaffaroni cuando era juez de la Corte Suprema.
Tan increíblemente absurdo como el izquierdismo del diputado Jorge Landau, llegado al oficialismo desde las listas de candidatos encabezadas por el ultraderechista y torturador Luis Abelardo Patti.
Ese “ellos” es la inmensa porción del país que cree que hay utilización política de los organismos de derechos humanos; y también que hubo manipulación de los servicios de inteligencia para perseguir, chantajear y distribuir dinero de fondos reservados entre periodistas que deben atacar a los críticos y magistrados que deben desestimar denuncias de corrupción.
Esos que no creen en el general César Milani, ni aceptan que el ejército haga espionaje a los “enemigos” del Gobierno.
No se trata sólo de los fiscales que impulsaron la “Marcha del silencio”, sino de todos los que ven una responsabilidad del Gobierno, aunque no necesariamente culpa, en la muerte del fiscal que lo denunciaba.
De tal modo, “ellos” son la mitad o más de la mitad (tal vez mucho más) del país al que dividió ese discurso dirigido a los propios, que pronuncia “la Presidenta de los 40 millones de argentinos y argentinas”.

ENVIADO DESDE PREGON AGROPECUARIO http://www.pregonagropecuario.com/cat.php?txt=6176#IJKOXRuyxLtj7uBK.99

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