martes, 9 de junio de 2015

LA CULTURA DEL DÓLAR

¿Es "patriótico" someterse a la pérdida de los ahorros por efecto de la inflación que el gobierno provoca con la emisión de dinero sin respaldo en general vinculada con el exceso de gasto público?
Por: Héctor Blas Trillo
La opinión del ministro de economía no es nueva: dado que la existencia de dólares es escasa, éstos deben ser administrados por el Estado. Esta manera de ver las cosas, además de ser absolutamente intervencionista, encierra un sofisma: la economía es denominada la "ciencia de la escasez", y esto es así porque justamente todos los bienes que tienen algún valor lo tienen porque son necesarios y a la vez insuficientes. Todos en alguna medida, claro está.

El aire, que es indispensable para la vida, es superabundante y por ello carece de valor comercial. Si por alguna razón comenzara a escasear su valor sería incalculable.
Pero, lo que nuestro ministro está afirmando algo que siendo extensivo a cualquier aspecto de la vida económica, permite dar pie al hecho del Estado puede intervenir en la administración de absolutamente todos los bienes que tengan algún valor económico, es decir, que sean escasos.
En la práctica mucho de esto es lo que está ocurriendo y es lo que ha paralizado el crecimiento de la economía en la Argentina. Desde la ley de abastecimiento hasta los controles de precios, desde el cepo cambiario hasta las regulaciones de tarifas de servicios públicos, desde el comercio exterior hasta la compraventa de inmuebles o automotores.
Y por supuesto, no queda fuera de esta administración estatal, el ahorro de la gente. La gente desea ahorrar, cuando puede, en una moneda que no pierda su valor de manera acelerada como ocurre con el peso. Entre nosotros, ese ahorro se da en dólares, aunque en menor medida también se da en otras monedas, como el euro o el yen.
El propio gobierno ha aceptado dentro del cepo cambiario la curiosa figura del "dólar ahorro", mediante la cual las personas que trabajan y tienen sueldos registrados pueden adquirir hasta el equivalente de 2.000 dólares mensuales.
Cuando en el año 2011 el gobierno reelecto de Cristina Fernández estableció el cepo cambiario, se argumentó el interés oficial en evitar que se adquiriera moneda extranjera con recursos no declarados. Una curiosa argumentación, dado que la lógica sería esperar a que alguien se acerque a la ventanilla con dinero no declarado a comprar moneda extranjera para fiscalizarlo, sancionarlo y hacerle pagar los impuestos omitidos. Este razonamiento, tan burdo como torpe, fue esgrimido una y otra vez por cuanto funcionario se preciara de tal en ese tiempo. Y ahora mismo el ministro afirma que es preciso saber de dónde salen los pesos para comprar los magros 2000 dólares. Pero la restricción es tal que resulta prácticamente imposible que alguien que tenga ahorros acumulados y por ejemplo no esté trabajando en relación de dependencia pueda comprar moneda extranjera.
Dejamos de lado acá la cuestión de la legitimidad de todo esto, a la luz de lo que dice nuestra Constitución. Nos limitamos a resumir una vez más los hechos.
Claro, el "dólar ahorro" que se vende en las condiciones señaladas, es volcado en gran medida al mercado negro (denominado "blue"), en el cual los felices poseedores de la cuota permitida se hacen de unos pesos extras por la diferencia de precio. Y eso a su vez contribuye a mantener "frenado" el tipo de cambio "blue". De esta curiosa manera, nuestro benemérito ministro "administra" la escasez de dólares, podemos decir.
Pero vayamos al fondo de la cuestión. Por qué ocurre que la gente se desvive por comprar dólares en la medida en que le sobre algún dinero. Porque no confía en el peso. El dinero es una fiducia, es decir se basa en la confianza. Y es obvio que la población no confía en la moneda local. Y razones tiene de sobra.
Obsérvese que entre 1970 y 1991 el viejo peso moneda nacional perdió 13 ceros. Es decir que el peso de 1992, que es el hoy vigente, equivale a 10 billones de pesos moneda nacional del 31 de diciembre de 1969 (10.000.000.000.000 de pesos moneda nacional). Todos los gobernantes, casi sin excepción, han culpado de este desastre a los comerciantes, a los acaparadores, a los agiotistas, a los banqueros y últimamente a "destituyentes", golpistas y otros. Pero la verdad es que siendo la inflación un fenómeno monetario y siendo que es el Estado el que "administra" la emisión de moneda a través del Banco Central, la pérdida de valor de la moneda es exclusiva responsabilidad de los gobiernos.
Esto es generalmente negado y toda la propaganda política apunta a buscar culpables incluso mediante eslóganes ("combata el agio y la especulación", "denuncie al comerciante deshonesto", "es preciso ajustar la cadena de distribución", etc.) Pero la verdad es una sola: el Banco Central es en la Argentina un apéndice del poder político, carece en la práctica de autonomía y simplemente cumple órdenes del gobierno de turno. Más todavía con éste gobierno, que provocó la salida de Martín Redrado para colocar allí a Mercedes Marcó del Pont, cuya primera declaración pública al asumir el cargo fue que "la emisión de moneda no tiene relación con la inflación".
Luego de la aplicación del cepo cambiario, se sucedieron las negaciones de su existencia. Especialmente de parte de la propia presidenta de la Nación. Y también de su ministro, que en su discurso se convierte en una especie de alter ego de Cristina Fernández, negando la inflación, el cepo, la pobreza o lo que sea.
En algún momento posterior al cepo, arreció la "bajada de línea" según la cual había que ahorrar en pesos. Todos recordarán que la propia presidenta convirtió en pesos un plazo fijo de nada menos que 3.000.000 de dólares que ella poseía. Resulta incalculable la pérdida que ha sufrido por esa decisión, pero es interesante analizar el verdadero sentido práctico de su acción supuestamente patriótica.
Los dólares depositados en bancos por parte de particulares se suman a las reservas del Banco Central, de manera que si esos dólares están depositados es indiferente que su denominación pase a ser en pesos. La razón por la cual alguien deposita dólares es, justamente, por la seguridad que ofrecen en cuanto a la mucho menor pérdida de valor que podrían sufrir aún en el peor de los casos. De manera que invitar a la gente que posee dólares a pasarse a pesos, es invitarla a perder parte de sus ahorros, con el argumento de ser "patrióticos".
¿Es "patriótico" someterse a la pérdida de los ahorros por efecto de la inflación que el gobierno provoca con la emisión de dinero sin respaldo en general vinculada con el exceso de gasto público?
Parecería que nuestros gobernantes consideran que es obligatorio asumir la pérdida inflacionaria por parte de los particulares. O lo es desde el momento en que la presidenta tomó la decisión citada, por lo menos. Antes parece que no lo era.
Cuando en 1992 el gobierno de Carlos Menem estableció la llamada convertibilidad del peso con el dólar (en realidad tal convertibilidad fue de 10.000 australes por dólar) lo que buscó es generar confianza en la moneda local, haciéndola convertible.
No vamos a volver a explicar por qué fracasa la convertibilidad cuando la productividad del país no es la misma que la del país de origen de la moneda en que se convierte. La Argentina reemplazó la emisión espuria de moneda por endeudamiento externo para paliar el déficit fiscal. Esa fue la causa del gran endeudamiento de los años 90, que llegó incluso a un límite difícil de superar y que obligó a recurrir a las llamadas "cuasimonedas". Porque el déficit fiscal, que a nuestro ministro no le preocupa, se financia con emisión o con deuda. Y en estos momentos está siendo financiado de ambas formas. Con emisión y con deuda.
Precisamente el endeudamiento en dólares que se ha generado mediante el no pago de importaciones, la emisión de títulos en dólares, el adelanto de las exportadoras de cereales y la prohibición de girar dividendos, o los swaps con China tienen como finalidad poder financiar el exceso de gasto público, al tiempo que se contiene el tipo de cambio, destruyendo las economías regionales, deteriorando el comercio exterior y finalmente produciendo la llamada "·estanflación", (inflación con recesión).
Todo esto gira en torno de la confianza en la moneda. La vida económica gira en torno de tal confianza. Y el peso no es una moneda confiable. No es una unidad de cuenta estable.
Por eso tampoco existe el crédito a 20 o 30 años a tasas razonables como ocurre en Europa o en EEUU, para citar ejemplos. Porque la moneda no es estable y es imposible prestar dinero a bajas tasas.
El propio Banco Central tiene colocadas letras (lebacs) por casi 400.000 millones de pesos a tasas que superan el 25% anual en pesos. Tasas que dicho sea de paso otorgan pingües ganancias a los odiados bancos. Entre ellos los bancos oficiales, claro está.
Entonces, la llamada "cultura del dólar", que es presentada políticamente como si se tratara de falta de amor por la patria o por lo nuestro, es en realidad un mecanismo de defensa contra el "bullying" monetario que llevan adelante políticos irresponsables e inescrupulosos, que además suelen presentarse como dueños de la ética, cuando todo el mundo sabe que si hay un lugar en el mundo donde no reina la ética, ese lugar es en la política.

DESDE PREGON AGROPECUARIO  http://www.pregonagropecuario.com/cat.php?txt=6569#Q0Cy3JkqOgUGib84.99

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