lunes, 3 de agosto de 2015

Cómo sobrevivir a un mundo en quiebra​ por Diego Martínez Burzaco

ImageEl stock de deuda pública a nivel global está en un máximo histórico por la gran liquidez global en el sistema financiero. Pero también muestra la gran irresponsabilidad de los gobernantes. ¿Cómo sacar provecho de esta situación cuando nos ponemos en la piel de un inversor minoritario?
Grecia no es la excepción, sino la regla…
Durante las últimas semanas el país helénico ha ocupado las portadas de todos los periódicos del mundo. El plan de ajuste, la lucha con sus acreedores y la sustentabilidad de su deuda fueron los ejes principales que estuvieron gobernando las negociaciones para su continuidad en la Unión Europea.
Claro, uno puede pensar que un país no puede sobrevivir con una relación Deuda Pública / PBI en torno al 170%. Es totalmente inviable una recuperación de la economía griega sin una solución de fondo a este problema.
Pero cuando analizamos las causas en torno a cómo Grecia llegó a esta situación, la salida más fácil es hablar de la irresponsabilidad de sus gobernantes. Y es cierto, sin ninguna duda, que fueron irresponsables.
Pero si medimos con la misma vara, encontramos que gran parte del mundo también se ha comportado de una manera similar. Analizando ciertos datos, podemos rápidamente concluir que podría ser inminente una masiva quiebra de países llevando al globo a una situación de caos insospechado.
No quiero sonar apocalíptico, pero si condenamos fuertemente a Grecia por el peso de la Deuda en relación a su Producto Bruto Interno, ¿cuál debería ser la actitud que tendríamos que tomar con los siguientes países?

El cuadro anterior muestra el peso más hostil de la Deuda Agregada (pública + privada) en relación a su Producto Bruto Interno para las 20 naciones peor ubicadas. Las cifras son realmente escalofriantes…
Por ejemplo, Japón tiene una deuda pública que supera el 200% de su PBI y hay que sumarle casi otro tanto de deuda privada. En la lista también hay una fuerte presencia de países europeos que pertenecen a la UE como ser Irlanda (390%), Portugal (358%), Holanda (325%), España (313%) Francia (280%) e Italia (259%).
Una primera conclusión que el inversor puede tomar es que el mundo se ha vuelto adicto a la deuda y la razón es muy simple: ¡los bancos centrales del mundo han estado regalando dinero durante los últimos siete años!Incluso cuando consideramos a la principal economía del mundo, Estados Unidos, la deuda agregada supera en más de dos veces su PBI.
No se trata de un dato menor. Y esto debe alertar al inversor de que no solo invertir en bonos hoy no es atractivo por su bajo nivel de rendimiento, sino también por la posibilidad cierta de que esa deuda no se pague en algún momento.
Y no es algo que podemos ignorar por completo ya que si de la noche a la mañana las condiciones de financiamiento cambiaran bruscamente, muchos acreedores se verían en serios problemas para repagar sus obligaciones.
Una segunda conclusión importante es que hay que distinguir entre lo que es deuda pública de deuda privada. Es cierto que ambas han crecido fuertemente en los últimos años, pero a nivel agregado las compañías tienen una posición de liquidez mejor que los países.
Mientras que la deuda pública está en su máximo nivel histórico mundial, totalizando 200 billones de dólares, o 286% del PBI mundial, la deuda privada no está en ese récord.
Y no solo eso…
Las empresas a nivel agregado están en una sólida posición de liquidez a diferencia de los países, donde muchos de ellos tienen las cuentas desequilibradas por la irresponsabilidad de sus gobernantes. Por lo tanto, si va a comprar bonos, priorice bonos corporativos sobre bonos soberanos como regla general.
Una tercera y última conclusión tiene que ver con la forma de cubrirse ante un eventual colapso. Dada las cifras mencionadas de deuda, las contingencias que el mundo atraviesa y las dificultades que están atravesando muchas de las economías que eran los motores del mundo, hoy parece más razonable que nunca tener una posición de oro en la cartera.
Este commodity nunca ha fallado en momentos de crisis, ha soportado ser la reserva de valor global en innumerables situaciones y, encima, se encuentra en el menor precio de los últimos seis años.
No digo que hay que salir corriendo tras él, ni comprar una amplia participación del total de sus inversiones. El oro es como un seguro. Uno paga una prima contra el riesgo. Entre 10% y 15% del total de sus ahorros parece consistente con el escenario de un mundo cuasi quebrado como el descripto anteriormente.
Creo que es el momento ideal. A su lado en los mercados. Diego Martínez Burzaco
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