viernes, 28 de agosto de 2015

Una dura lección para los inversores chinos​ por Bill Bonner

ImageDurante esta semana hemos visto escenas de auténtico pánico en los mercados, pero lo peor está por llegar. Tras siete años de política monetaria expansiva las autoridades se han quedado sin margen de maniobra para sortear la crisis financiera que se extiende desde China.
El Dow Jones comenzó la semana con una caída de más de 500 puntos. Los ricos hicieron dinero durante la subida de las acciones. Ahora, tuvieron que hacer frente a grandes pérdidas en tan sólo dos días de negociación.
Tan solo en los dos primeros días de la semana, la Bolsa de Shanghái cayó más de un 15 por ciento. Es entonces cuando nosotros recibimos una súplica desesperada de nuestra oficina en Beijing.
“¿Qué hacemos? ¿le decimos a los inversores que mantengan posiciones?”
Los chinos son novatos en el mundo de la inversión. El capitalismo de mercado se permitió en 1979. Desde entonces, los inversores del gigante asiático sólo han visto el lado positivo de las inversiones. Si querías hacer dinero con acciones en los últimos 35 años, todo lo que tenías que hacer era aguantar.
En Estados Unidos, por lo menos, siempre había unos pocos veteranos que se encargaban de recordar periodos anteriores – desde 1968 a 1982, por ejemplo- en los que las acciones no siempre subían. Y siempre estaba presente una pequeña duda sobre lo que había detrás de un gran auge, y cómo podría acabar.
En China, sin embargo, casi nadie ha visto nunca un mercado bajista o una recesión. Los chinos están convencidos (según lo que podemos observar) de que su país seguirá creciendo- económica y militarmente- hasta que llegue a gobernar el mundo.
Eso puede llegar a ser verdad algún día. Pero aún así, los chinos se están dando cuenta de que incluso cuando se está caminando cuesta arriba, te puedes torcer un tobillo o romperte la rodilla.
Volviendo a Estados Unidos, el auge de los mercados allí se produjo por etapas. La primera etapa comenzó en el año 1982 y fue sana y razonable. Duró hasta 1987. Las tasas de interés y la inflación cayeron, las acciones subieron.
Luego vino el Crash del 87, en el que el mercado de valores registró la mayor caída jamás vista- un 22% en un solo día. Durante las consecuencias de la fuerte caída, Alan Greenspan dejó claro que la Fed dejaría de desempeñar el papel de guardián honesto del dinero de la nación y de observador indiferente de sus mercados de capitales.
Desde entonces, la Reserva Federal está en el bolsillo de Wall Street, y Wall Street está en el bolsillo de todos los demás. Después de 1987, la Fed ofreció dinero fácil, reduciendo sus tipos de interés. El dinero fácil llego al sector bancario, que tuvo que hacer frente a un recorte sustancial, y tuvo que elevar los precios de los activos de capital, que beneficiaron a los ricos. Uno de los más ricos de entre los ricos es Donald Trump, que dijo (por él mismo) que vale unos 10.000 millones de dólares y ahora es candidato a la presidencia de Estados Unidos.
Se suponía que el estímulo monetario iba a ser equilibrado por un ajuste monetario, pero la Reserva Federal estimuló a la economía más de lo que la estaba apretándola. Esta fue la segunda fase del auge. El acontecimiento más dramático de esta fase fue el desplome del Nasdaq en el año 2000. Muchos salieron del negocio de las puntocom y el propio Nasdaq cayó más de un 70%. Pero el Dow Jones y el S&P pronto subieron.
Fue en este periodo cuando la economía comenzó a parecer que tenía una bolsa en la cabeza. En la jerga popular, fue “financializada”. Las ventas minoristas aumentaron a medida que los hogares gastaban el dinero que no tenían en cosas que no podían pagar y que no necesitaban.
Con la financiación hipotecaria y los préstamos en auge se construyeron centros comerciales y viviendas por todo el país. Las empresas cambiaron sus modelos de negocio para aprovechar el crédito fácil. Y las grandes casas cambiaron de propietarios- de los magnates del comercio y de los titanes de la industria pasaron a banqueros y gestores de hedge funds.
Esta segunda etapa terminó en el año 2008, cuando la burbuja inmobiliaria explotó. Entonces comenzó una fase aún más grotesca. En la Fase III el río del crédito fácil que fluía en Estados Unidos se convirtió en un maremoto, subiendo las acciones estadounidenses hasta un 300%, provocando así una mayor podredumbre de la economía.
Los ingresos de los hogares cayeron. Y los principales compradores de deuda corporativa estadounidense pasaron a ser las propias compañías estadounidenses.
Esto se produjo cuando la Fed decidió abandonar una política monetaria equilibrada y sensata. En lugar de eso, optó por reducir los tipos de interés a casi cero y así los mantuvo durante seis años.
Esta fase no ha terminado, pero final debe llegar. ¿Cuándo? Bueno, nunca se sabe.
Las caídas de más de 500 puntos son sólo una advertencia. Lo más probable es que veamos un rebote y nerviosismo, pero no pánico. Las cabezas parlantes aseguran que no hay nada de que preocuparse, que hemos visto estas “correcciones” antes, así que lo mejor que se puede hacer es comprar y mantener. Eso siempre funcionó en el pasado, y volverá a funcionar en el futuro.
Sin embargo, de repente, nos entrará el pánico cuando el Dow cierre con una caída de 1.000 puntos. Es cuando nos encontremos ante el fin de esta tercera fase.
¿Qué pasará entonces? Bueno, en ese momento es cuando Santa Janet Yellen cabalgará al rescate. Casi podemos ver ya la portada de la revista Time: Santa Juana en un caballo blanco, con las riendas en la mano izquierda y una bandera en su lado derecho.
Pero espera. Esta vez no será tan fácil. Los precios están en cero: ¿Qué va a hacer? ¿hacerlos caer por debajo de cero? ¿aflojar los requisitos de margen? ¿nos prohibirá hacer comentarios “negativos”? ¿dará a los americanos un crédito fiscal para que puedan gastar el dinero? ¿Introducir un programa de expansión cuantitativa edición IV, en el que la Fed no sólo comprará bonos, sino que también adquirirá las existencias?
Por ahora, hay que acumular efectivo, efectivo y efectivo. El efectivo es el rey, pero esto va a cambiar cuando la Fed entre en acción. Esa será la cuarta y última etapa del gran auge, cuando los zombies y sus compinches contraataquen con una andanada masiva de la inflación. ¡No pierda la calma!
Saludos, Bill Bonner
Publicado en inversor global - Newsletter semanal - enviado por mail

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