martes, 15 de septiembre de 2015

LEOPOLDO LÓPEZ.

Foto del perfil de María Celsa Rodríguez (tú)Por María Celsa Rodríguez
El mundo se indignó con la sentencia condenatoria contra Leopoldo López.
 El veredicto de 13 años, nueve meses y siete días contra el dirigente venezolano, retumbó en cada rincón de latinoamérica con gran eco. 

La jueza Susana Barreiros lo leyó rápido, como si tratara de no tomar parte de lo que sus palabras pronunciaba con cada reglón que se materializaba en su voz.  Criticada no solo por la oposición de Venezuela, sino también por opositores latinoamericanos, por organismos de derechos humanos,  por Amnistía Internacional, por la Unión Europea y la Casa Blanca, quienes encuadraron  el juicio como injusto y arbitrario.

Recordemos que a López no se le permitió hacer presentaciones de las  pruebas pertinentes  y solo pudo aportar dos testigo durante todo el proceso. En el juicio no se permitió la presencia de ningún periodista para que no se filtren filmaciones, pero tampoco pudieron estar presentes los observadores internacionales ni ningún defensor de los derechos humanos. La debilidad de la acusación se fortalecía, ante un sistema judicial venezolano politizado bajo las manos de Maduro.

La libertad de López fue sujeta a los deseos de un gobierno totalitario y sesgado de derechos,  que en la figura de él, han querido hacer una transferencia de castigo hacia la diligencia opositora, que busca democráticamente levantar su voz contra el régimen que le niega sus derechos.

Su mirada tras los barrotes de su  diminuta celda en el penal militar de Ramo Verde, exaltan el valor que lo viste y que lo ha declarado en su carta  de que nunca va a cansarse de luchar por Venezuela.

Ante el caso, lo que la Fiscalía aportó como evidencia no tenían el peso sustancial para tal sentencia. En la orden de aprehensión  dice que el no se encontraba en el lugar donde los hechos tomaron forma, sin embargo lo acusaron de gestionar “mensajes subliminales” por medio de twitter. Es decir, confunden una actitud política de simple expresión a través de una red social, con los hechos criminales que dejaron un tendal de muertos.

Esta sentencia fue la estocada final de un Maduro que ha perdido toda fuerza para sostenerse en el poder de una Venezuela que acarrea una de las peores crisis económicas, con escasez de alimentos, con el índice de  inflación más alto y con una moneda que ha perdido su valor real. Y con la inseguridad,  la criminalidad y la impunidad  en grados alarmantes que  laten en el corazón de un país que ya no aguanta mas.

 La poca luz de la celda de López, se eclipsa ante tantos gritos de justicia,  y que se exalta en todos los rincones  reclamando los derechos humanos que fueron violados, al ser ahogados en un mar de  injusticias y arbitrariedades

Lo que Leopoldo López escribió en su carta, que  “la bondad de nuestra causa que no es otra que la liberación de todo un pueblo que hoy sufre las dolorosas consecuencias de un modelo que fracasó en lo económico, en lo político y en lo social”. Se emparenta  con el deseo que sentimos muchos que queremos  una América Latina libre y en paz.

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