jueves, 25 de febrero de 2016

Macri no aumentó la pobreza​

Por Ivan Carrino
Hoy me gustaría abordar un tema que algunos analistas y periodistas vienen repitiendo hace unas semanas. Se trata de la pobreza en Argentina y la supuesta responsabilidad del nuevo gobierno en que el número de pobres esté aumentando.
Igualmente, antes de adentrarnos en el argumento me gustaría que hagamos un ejercicio.
Imaginémonos por un instante a una familia que decide irse de vacaciones a la costa atlántica. Habiendo visto algunos departamentos, la familia decidió que una casa les gustaba más que las otras y que el precio era acorde a lo que podían gastar este verano.
Ahora imaginemos que, luego de llegar e instalarse en la casa, algunas cosas comienzan a enturbiar el descanso. El primer día, se quedan sin agua porque la bomba se rompe. Al segundo día, se corta la luz. Al tercer día, dos sillas de madera se rompen luego de un ataque de termitas…
Frente a tal escenario, el padre de la familia decide contactarse con el propietario del inmueble y ponerlo al tanto de la situación.
Ahora supongamos que, al llegar y ver el estado de la casa, el propietario acusara a los inquilinos por todo lo malo que estaba pasando.
Sería realmente algo extraño, ¿no? Como si las termitas pudieran entrar de un día para el otro, o la rotura de una bomba fuera responsabilidad de quien la utiliza por dos días y no de quien vive ahí hace años…
Algo similar ocurre con el nuevo gobierno de Macri y los nostálgicos del régimen kirchnerista. A pesar de haber gobernado por 12 años, acusan de todos los problemas actuales a un equipo que asumió hace solamente dos meses.
La diferencia con el caso de la familia es que el nuevo presidente llegó a una casa en la que deberá quedarse por 4 años y en la que el deterioro es mucho mayor y más visible. Así, es obvio que tendrá que “hacer obra”, y esto implicará necesariamente romper algunas paredes.
Dejando la analogía de lado, un reciente informe revelaba que, gracias a las primeras medidas tomadas por el gobierno de Cambiemos, la pobreza había aumentado en Argentina.
Según el estudio de CIFRA, citado por el diario El Cronista:
“… la economía transita un proceso inflacionario que aún no finalizó, no solo porque los efectos de la devaluación no fueron completamente trasladados a los precios de los bienes, sino también porque se quitarán subsidios y se incrementarán fuertemente las tarifas de los servicios públicos’.
(...) el documento de Cifra-Flacso advirtió acerca de ‘un significativo aumento de la pobreza’ que, subrayó, ‘pasó de afectar al 19,7% de la población en el segundo trimestre de 2015 al 22,1% o 23,3% (según el escenario), en enero de 2016’ (…) Se trataría de entre 1,1 millones y 1,8 millones las personas que se suman a la situación de pobreza por efecto del incremento de precios de los productos de la canasta básica”.
El informe en cuestión equivoca la secuencia de los hechos y, así, llega a conclusiones erróneas.
En realidad, no es que la devaluación y el incremento tarifario hagan subir la inflación, sino al revés. La inflación, o sea el aumento de precios generado por el exceso de emisión monetaria, tarde o temprano afecta a todos los bienes de la economía.
Por un tiempo, el gobierno puede evitar que ese efecto llegue a todas partes imponiendo controles ad-hoc, como hizo con el dólar, con las tarifas, o con los Precios Cuidados. Sin embargo, estos controles destruyen las perspectivas para la exportación, para la inversión y, deterioran los incentivos para que las empresas produzcan cada vez más y mejores cosas.
Así, se llega a una situación en donde la inflación no baja pero la economía no crece: la estanflación.
El nuevo gobierno, como el nuevo inquilino, podría haber decidido dejar todo como estaba. En el caso de la casa eso hubiera significado pasar unas terribles vacaciones. En el caso de nuestro país, eso habría significado profundizar tanto la inflación, como el estancamiento económico. Finalmente, esto habría generado más pobreza, que la Universidad Católica Argentina ubicó en el muy elevado 28,7% para 2014.
Para evitar este escenario, se optó por hacer algo, y lo que había que hacer era desmantelar los controles que estaban frenando la capacidad productiva del país.
Ahora bien, es inevitable que esta decisión genere un efecto sobre la capacidad de compra de todos los argentinos, pero es un acto de honestidad intelectual reconocer que ese efecto no es consecuencia de las nuevas medidas, sino el resultado inevitable de lo que se vino haciendo hasta acá.
En concreto, si eliminar controles y reconocer el valor real de las cosas, como el dólar, la energía y algunos productos del supermercado, hacen que la pobreza suba, lo único que quiere decir es que la pobreza, ya elevada, estaba disfrazada por dichos controles.
Las pésimas políticas económicas seguidas por el kirchnerismo incrementaron el número de pobres en 5 millones en 6 años. Frente a este panorama, lo imperioso era cambiar de rumbo.
Finalmente, cuanto más profundo sea este cambio, mejor será para los pobres, y no peor, como algunos se empecinan en querer instalar.
Un Saludo, Iván
Desde INVERSOR GLOBAL- enviado por mail

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