martes, 29 de marzo de 2016

El pecado de la corrupción

Por Aníbal Hardy
Los argentinos ostentamos con orgullo, el haber cosechado cinco premios Nobel, una reina de Holanda, los dos futbolistas quizás los más grandes en la historia del balompié, y el primer Papa latinoamericano. Pero también hemos tenido un devenir político afectado de una suerte de bipolaridad, y esta patología define nuestras luchas y desencuentros que impiden que nos desarrollemos como una verdadera Nación.
Nuestro Papa argentino durante una homilía habló de “tres modelos de cristianos en la Iglesia: pecadores, corruptos y santos, catalogando a los corrompidos como anticristos. En la parábola de los viñadores infieles, expresó que las autoridades, (gobernantes) los encargados de cuidar la viña, no han dado su fruto. Se han apropiado de ella (la Nación), como posesión personal, no han reconocido que su autoridad era para servir al pueblo que el Señor les confió. Fueron muy malos encargados. Golpearon y mataron a los enviados del el dueño de la viña. Matar al mensajero ha sido táctica habitual, hoy se ataca a los que denuncian la corrupción. Creo, que el Sumo pontífice, hizo referencia seguramente al proceder inmoral de muchos gobernantes argentinos, ante la enraizada corrupción en la función pública. Jesús predicó por medio de parábolas porque así toda la gente entendía con facilidad y cada uno podía sacar de ellas sus enseñanzas y aplicarlas a su propia vida. Yo entiendo que:  El mundo creado por Dios es la viña, que se nos ha encomendado para vivir en ella y dar frutos dignos de una convivencia armónica y justa. Sin embargo intereses mezquinos se han apoderado de la viña, en especial el inmoral comportamiento de la corrupción que tiene graves consecuencias económicas y sociales, (gobernantes que tomaron la posesión de la viña (Nación) y han perdido la relación con el Dueño de la viña (pueblo), siendo esto un justo motivo de preocupación para los ciudadanos argentinos que se interesan por una gestión honesta de la administración del Estado.
Para revertirla será preciso mejorar los sistemas de información de los movimientos del Estado, definir mejor la responsabilidad de los funcionarios, y conformar un cuerpo judicial mejor preparado para tratar los casos de corrupción. La actual corrupción se aproxima a las prácticas directamente mafiosas, tales como la extorsión, las presiones, las amenazas, etc., con miras a obtener que amigos del poder tomen participaciones en grandes empresas o se apoderen de obras públicas importantes.
Para comprender mejor la lógica mezquina del poder, se puede decir que el mismo se sustenta en el dinero. “Sin dinero no hay poder” y éste nace de los negociados entre las grandes empresas propias del funcionario gobernante, ya creadas o a crear, con las ajenas, estatales o privadas o incluso entre las propias. Mientras más grandes sean estos negociados más se agiganta el círculo del poder. Si el funcionario maneja empresas a nivel municipal o provincial, el poder estará limitado a esa geografía. Si es a nivel nacional el poder se acrecentará a esta nueva escala, y podrá seguir con los negocios hasta escalas supranacionales. El diseño de poder basado en negocios -negociados y se sostiene en el tiempo sólo con la complicidad y continuidad de los “más íntimos”, que desde sus orígenes participan de esta metodología, y que se convierten en los socios- testigos irremplazables en el esquema de mantenerse en el poder. (Socios del silencio.) La corrupción es un flagelo que vulnera derechos humanos y afecta el desarrollo de la población. Mientras los rapaces nacionales e internacionales que en nombre del poder, de la libre empresa, de las privatizaciones, o de las obras públicas financiadas se apoderen con total impunidad de sectores enteros de la economía, seguirá la desocupación, la exclusión y las desigualdades sociales.
Abogado - Desde Formosa-  
ENVIADO POR SU AUTOR

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