domingo, 29 de mayo de 2016

EL PLAN DE CHINA PARA SU AGRICULTURA QUE AFECTARÍA A TODO EL MUNDO

El gobierno chino tiene una estrategia doble: invierte en grandes compañías globales para aumentar la oferta de alimentos y modifica la estructura de su producción agropecuaria.

China necesitaría 700.000 millones de kilogramos (kg) de granos en 2020 para satisfacer su demanda domestica, y le faltarían entonces más de 100.000 millones de kg. Al mismo tiempo, se acelera la transición dietaria de su población (vuelco masivo al consumo de proteínas cárnicas, a partir del crecimiento económico).
El resultado es que consumiría 38% de la producción ictícola mundial en 4 años, y más de 50% del consumo global de carne de cerdo, tendencias que crecen entre un 10% y un 15% por año.
El USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos, por sus siglas en inglés ) prevé que en los próximos diez años se duplicarían las exportaciones mundiales de granos, y que 70% de ese incremento serían granos forrajeros que se utilizan para la alimentación animal (como soja, harina de soja y maíz, entre otros productos).
La producción de granos en la República Popular ascendió a 658 millones de toneladas en 2015, pero las importaciones de granos destinados a la alimentación animal aumentaron 20% respecto al año anterior (90 millones de toneladas provenientes de tres países: Estados Unidos, Brasil, y la Argentina).
China estima que la importaciones de granos aumentarán 35% en los próximos 15 años, y esto incrementaría en forma más que proporcional la demanda global provocando una nueva crisis de seguridad alimentaria en el mundo, de mayor gravedad que las de 2007 y 2011.
La respuesta china a este desafío es doble. Por un lado, ha iniciado una nueva estrategia de seguridad alimentaria global, y por otro, ha acelerado en los últimos 6 años la transformación demográfica y económica del agro.
Respecto a lo primero, el énfasis no reside ahora en el aumento de la producción domestica de granos, sino en el alza sistemática de la oferta agroalimentaria mundial a través de inversiones en el exterior, prioritariamente orientadas a la alta tecnología agrícola y a la expansión de la producción primaria.
De ahí la compra de Syngenta por ChemChina en 43.000 millones de dólares, la mayor inversión china en el exterior en toda la historia de la República Popular; y también la adquisición de Smithfield en Estados Unidos, la mayor factoría de carne de cerdo del mundo y el producto cárnico que más se consume la población del gigante asiático.
En el plano interno, se acelera la transformación del agro chino a través de una doble vertiente: se intensifica la migración interna del campesinado, llevándola a 300 millones en los próximos 15 años, con el objetivo de convertirlos en productores urbanos que habitan más de 60 nuevas ciudades que tendrán una población de entre 1,5 millones/2 millones cada una.
La disminución en términos absolutos de la población campesina es acompañada por una aceleración de la transferencia (venta) de los derechos de uso de las tierras agrícolas a grandes consorcios agroalimentarios, de mucha mayor escala e incluso de capital extranjero.
Esta transferencia se realiza sobre todo en la producción de carnes y procura una consolidación del número y tamaño de los actuales productores agrícolas, para lograr intensificar la producción de alimentos, según los lineamientos de la ley de modernización agraria de 2009, que abarca ya a más de 40% de los campesinos de la República Popular.
Son tendencias para seguir bien de cerca en la Argentina, ya que los cambios del agro chino son decisivos para la estructura de la producción agroalimentaria mundial en los próximos 10 años.

DESDE PREGON AGROPECUARIO:  http://www.pregonagropecuario.com/cat.php?txt=8125#D1hM501uyHQ5iUbs.99

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