martes, 7 de junio de 2016

Los seres vivos no pueden ni deben ser patentados. ¿Porqué?

foto del perfil de Daniel Carlos BessoPor Ing. Agr. Daniel C. Besso
Los seres vivos, no pueden ser patentados, pues no son invenciones humanas.
A lo sumo pueden contener modificaciones introducidas por la tecnología, pero en ningún caso son invenciones.
Por el momento los humanos no somos capaces de sintetizar un ser vivo. Al menos un ser vivo capaz de reunir las características fundamentales para considerárselo como tal.
A saber: NACER, CRECER, DESARROLLARSE, REPRODUCIRSE EN FORMA NATURAL Y VIABLE, PRODUCIR INTERCAMBIO DE MATERIA Y ENERGÍA CON EL MEDIO, Y FINALMENTE MORIR.
Si pudiera hacerse un ser vivo con todas esas condiciones y sin recurrir a porciones de seres vivos pre existentes, recién estaríamos llegando a considerar esa posibilidad. Por el momento, no creo que sea un dilema al que nos veamos enfrentados.
La introducción de una parte de un ácido nucleico, de un ser vivo, en el genoma de otro, no es una invención, solo se trata de un traslado.
Hoy se acude al argumento de que para producir esa “transgenicidad”, se ha recurrido a nuevas tecnologías, las que merecerían el pago de un canon de por vida a sus generadores.
Pero también resulta ser que lo que podría llegar a ser patentable, sería la técnica del traslado de material genético de una célula a otra, no necesariamente de “tal o cual” secuencia de bases.
La secuencia de interés a ser “transplantada”, por el momento, es invención de la “MADRE NATURALEZA”, de ningún modo de un investigador o grupo de ellos.
Las nuevas tecnologías, hoy nos deslumbran por novedosas, tal cual como asombraron en su momento las intervenciones en flores cleistogámicas, para generar cultivares de trigo. Ese particular modo de florar y fructificar del trigo, también hubiese de algún modo habilitado a sus obtentores a pretender “derecho de autor”.
Más aún, dar curso a las pretensiones de las compañías que producen variedades transgénicas, habilitaría a todos los obtentores de variedades de frutales, forestales, etc. que hoy se propagan en forma clonal, a reclamar igual derecho.
Solo nos falta que Italia, reclame por su álamo Mussolini con que poblamos clonalmente las islas del delta de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos.
En su momento, con la tecnología con que se contaba, también se introdujeron grandes avances en la producción.
Cítricos injertados con variedades propagadas por estacas clonales injertadas, clones nucelares. Olivos propagados del mismo modo. Vides. Frutales de carozo y pepita. En fin, en el mundo agronómico, poseemos muchos ejemplos semejantes.
En su momento, los trabajos de fecundación controlada, por castrado de flores y aislamientos pistilares, también significaron una tecnología novedosa y laboriosa a la vez. Luego de obtenido los nuevos individuos y de someterlos a largas pruebas de comparación de rendimiento, fueron liberados a su comercialización.
Como acaso ni se pensó en “derecho de autor”, para el señor Malvasio, vecino de Concordia, Entre Ríos, por haber desarrollado la variedad de mandarinas con que se hacen los injertos, sobre limonero rugoso o trifolio, que llevan su nombre.
En rigor de verdad, cada propagación clonal, estaría en posibilidad de reclamar igual tratamiento.
Como vemos, esta discusión poco tiene que ver con dirimir entre distintos intereses en los agro negocios y sí con cuestiones de BIOÉTICA.
Nadie deja de reconocer, que el trabajo científico, debe recibir su justa compensación.
Pero todos debemos tener claro, que las leyes, son un marco general y pre existente a la tecnología.
No podemos modificar las leyes, cada vez que esta resulta ser de algún modo un obstáculo para los intereses de algún grupo o sector.
Debemos poseer el amplio criterio de entender que las tecnologías se irán modificando a lo largo del tiempo. Lo que hoy es de un modo, mañana puede ser de otro.
La ley debe ser lo suficientemente amplia y sabia, como para sobreponerse a los cambios que sobrevendrán.
Pero nunca podrá satisfacer a todos los intereses. Para eso es una ley que regula, como todas las leyes, la convivencia civilizada.
De eso mismo se trata la democracia; de la convivencia civilizada y del respeto a la ley, aunque momentáneamente no nos “caiga bien”.
Imaginemos que debido a nuestro moderno modo de vivir y de ver las cosas, que ha habilitado a lo que hoy denominamos “RELATIVISMO MORAL”, le pedimos a las autoridades religiosas, que “acomoden los diez mandamientos” a la nueva corriente moral,…..digamos que lo “actualicen un poquito”………
O acaso otro ejemplo más profano: que cambiemos las reglas del fútbol durante un mismo campeonato.
Como al inicio de un partido de truco, se plantea si se juega “con o sin flor”
Los argentinos tenemos una larga y amarga tradición de poco respeto a la Constitución y las leyes. Así nos fue.
Va siendo tiempo de que intentemos por el camino incomodo de respetarla y hacerla respetar.
Ing. Agr. Daniel C. Besso. M.N.Nº 5162
ENVIADO POR SU AUTOR

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